Sergio Penagos Dardón

Ingeniero Químico USAC, docente, investigador y asesor pedagógico en el nivel universitario. Estudios de posgrado en Diseño y Evaluación de Proyectos y Educación con Orientación en Medio Ambiente; en la USAC. Liderazgo y Gestión Pública en la Escuela de Gobierno.

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Sergio Panagos

El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Hace casi 50 años el presidente mártir pronunció estas palabras en su discurso final, antes de ser asesinado por los fascistas del criminal Augusto Pinochet. Pero, lo más significativo es esta parte que vislumbra un democrático amanecer para el pueblo chileno. “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Este domingo 19 de diciembre de 2021 se inicia el proceso de apertura de las grandes alamedas, para que los hombres y mujeres de Chile, puedan construir una sociedad mejor.

El presidente electo es un fuera de serie desde sus años de estudiante y sus inicios en la política. Una década atrás era un desconocido para muchos, hasta que en 2011 surgió como uno de los líderes del movimiento estudiantil que tomó las calles demandando del Estado educación de calidad y gratuita, durante el primer gobierno del derechista Sebastián Piñera, a quien sucederá en marzo como presidente de Chile. Aquellas demandas estudiantiles recibieron amplio apoyo de la sociedad y sacudieron al país. Un año más tarde Boric fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), derrotando a una de las figuras más visibles de las protestas, la comunista Camila Vallejo, quien ocupó la vicepresidencia. Boric, Vallejo y otros dos exdirigentes estudiantiles menores de 30 años (Giorgio Jackson y Karol Cariola) fueron electos diputados en 2013, al obtener cada uno la primera mayoría de votos en sus distritos.

Del cuarteto de jóvenes parlamentarios elegido en 2013, Boric era quizás el menos carismático, pero resultó ser el más efectivo. En medio del estallido social de 2019 fue reelecto diputado y apoyó el acuerdo del 15 de noviembre, para dar una salida política a la crisis y convocar a una Convención Constituyente, que redactaría una nueva Constitución, para reemplazar a la heredada del régimen de Pinochet. Fue un pacto que le valió críticas dentro de sus propias filas y alguna acusación de traición en las calles, pero esto no lo desanimó. Como tampoco lo desmoralizaron los ataques que recibió desde el centro-derecha, que lo acusó de radical por haberse reunido en París con Ricardo Palma Salamanca, condenado por el asesinato del senador chileno Jaime Guzmán en 1991, o por un video donde se lo ve recibir una camiseta con la imagen del diputado baleado. En un acto poco común en el mundo político, Boric pidió disculpas por ambos hechos. Quienes le conocen afirman que esa transparencia para reconocer problemas, carencias o errores propios es parte de su atractivo. Ojalá el despistado Giammattei aprenda esta lección.

Durante la campaña, por ejemplo, sus adversarios le recordaron que él mismo había admitido hace algunos meses carecer de la «experiencia suficiente» para ser presidente: «Me falta aprender mucho», dijo. También admitió, antes de las primarias de julio, al vencer al comunista Daniel Jadue para ser candidato presidencial del pacto Apruebo Dignidad, padecer un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que le diagnosticaron en su temprana juventud y por el cual toma medicamentos. «Es bueno que en Chile se hable de la salud mental», afirmó en un debate.

Gabriel Boric ganó la segunda vuelta como líder de un pacto entre el Frente Amplio, la coalición de izquierda que él mismo contribuyó a fundar en 2017, y el Partido Comunista. Para vencer en el balotaje, moderó su discurso de cambio radical buscando el apoyo de las fuerzas del centro. Pero lo hizo sin desistir de la promesa de transformar el sistema de pensiones, aumentar la presencia del Estado en áreas como la educación y la salud, o atacar la desigualdad con una reforma tributaria que aumente la presión fiscal a los más ricos. Esa es otra de sus virtudes, afirman sus cercanos: saber adaptarse sin dogmatismos ni maquiavelismos, cuando las transformaciones políticas en Chile parecen ir más rápido que la aguja del reloj. «Lo que lo vuelve un buen político de estos tiempos es que está más abierto y atento a las señales que vienen, que a un plan maquiavélico», indica Patricio Fernández, quien tiene una relación cercana con Boric desde hace una década. A su juicio, la cuestión ahora es hasta dónde primará esa capacidad con que el presidente electo ya conquistó tantas batallas en tan poco tiempo. «Quienes van a estar en tela de juicio van a ser el Parlamento completo y en particular quienes hoy en día tienen mayorías en él», le dijo entonces a BBC Mundo un Gabriel Boric que en esos años lucía el pelo largo y, como hoy, raramente usaba corbata.

Material tomado de BBC Mundo.

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