Sandra Xinico Batz

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Se ha abierto la convocatoria a elecciones y hoy inicia la inscripción de candidatas y candidatos de los distintos partidos políticos. Desde el 5 de enero los partidos Valor, Une, Todos, Humanistas, Azul y Cabal han hecho cola para ser los primeros en ser inscritos, algo que habla por sí solo y que desde ya pinta muy mal; el hecho de que un partido político permanezca por 16 días en una fila para obtener los primeros puestos en la boleta debería darnos desconfianza, porque es evidente que proviniendo de estos partidos, esas más de dos semanas no fueron gratis y que el dinero que lo ha financiado, tenemos más certezas que dudas, está manchado con sangre.

Ojalá todo esto se tratara de una fiesta, como suele definirse en teoría este evento: “una fiesta ciudadana”; sin embargo, para nuestro pesar, estamos en medio de una corriente que es movida por la desmemoria, el miedo, los engaños descarados, la violencia incrementada con fines propagandísticos, el crimen organizado metido hasta el tuétano de cada uno de estos partidos podridos. Analógicamente son peor que aceite de cocina reciclado, de aquella sustancia pastosa de tantas veces que se ha reutilizado, que de la forma más ridícula se vende a la población como una “nueva” propuesta, cuando en la realidad es más y peor de lo mismo, de lo que nos ha traído a la agravación continuada de esta situación de empobrecimiento voraz e impunidad total.

La antesala a este evento, una vez más, ya ha sido marcada por la corrupción, porque el hecho de que Baldizón saliera hace unos días de prisión, luego de pagar casi dos millones de fianza, no es una casualidad, como tampoco lo es el amparo recién presentado para detener la cancelación del partido UCN (por ser un narco partido), cuyo trámite ha sido tan ágil que demuestra que cuando el sistema quiere ser funcional para conseguir sus objetivos lo es sin tapujos y sin obstáculos.

Estamos frente a la urgente necesidad de romper con este cerco mediático que a todas luces está fraguando un fraude, buscando a toda costa impedir la participación política de los pueblos, a través de un juego sucio que siempre puede ir de mal en peor, porque no se puede llamar de otra forma a esta consecución de presidentes y funcionarios criminales, nefastos, ladrones, mentirosos, que han hecho de la práctica de la mala política una forma de vida.

Solo en la democracia colonial se es tan sinvergüenza que en las asambleas de partidos como la UNE y VAMOS había vehículos con placas oficiales y la PNC se encargó de la seguridad del evento de este último. La campaña del partido oficial se costea con los recursos del Estado, con nuestros impuestos y paga la vida ostentosa que unos cuantos disfrutan mientras cientos de personas mueren literalmente de hambre en este país.

El problema es el modelo político, que está intervenido por la corrupción en todos los niveles y nuestras comunidades tampoco son ajenas a la invasión de la mala política. Quienes están regalando hasta su alma con tal de ganar, sabrán cobrárnosla mañana y el pueblo lo pagará con más hambre y vidas.

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