Sandra Xinico Batz

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Sandra Xinico Batz

El hecho de no reconocer que el patrimonio maya antiguo (en sus distintas manifestaciones) les pertenece a sus descendientes, los pueblos mayas contemporáneos, tiene la intencionalidad de seguir despojando a los pueblos para seguir lucrando con su patrimonio, sin que exista ningún tipo de reclamo u obstaculización. Según datos del Registro de Bienes Culturales de la Dirección del Patrimonio Cultural y Natural, hasta el 2012 en Guatemala habían sido registrados 2,369 “sitios arqueológicos” y 176 lugares sagrados; estos datos hacen referencia únicamente a los lugares que hasta entonces habían sido registrados, sin embargo no todas las ciudades antiguas, centros ceremoniales y lugares sagrados aparecen en este registro y muchas otras ya han desaparecido, las causas de esto último varían, pero principalmente se debe a la noción de propiedad privada que se antepone al resguardo o preservación y que ha servido como escudo a los terratenientes para saquear, destruir y deshacer el patrimonio maya. El extractivismo es un férreo enemigo de la protección y salvaguarda del patrimonio de los pueblos mayas.

A pesar de que las leyes son explícitas en cuanto a que la destrucción o daños al patrimonio son un delito, cuando se trata de grandes empresarios, terratenientes o finqueros el Estado no solo no hace nada y no aplica la legislación existente, sino que prácticamente les concede permiso para apropiarse de este y destruir con legalidad, por ello discutir sobre patrimonio necesariamente debe pasar por el análisis del racismo, porque el problema de desprotección del patrimonio maya no radica en el instrumento o la ley para ello, sino en cómo el Estado y la sociedad perciben la importancia o no del resguardo del patrimonio maya y por qué es importante que los pueblos mayas sean protagonistas del control y administración de su patrimonio.

El interés del Estado se ha centrado en la explotación del patrimonio maya a través de la folklorización y desde la lógica del turismo racista, que lucra con la identidad, cultual y por ende el patrimonio de los pueblos, para promocionarlos como objetos exóticos vendibles. ¿De esas 2369 ciudades antiguas o “sitios arqueológicos” como han sido llamadas, cuántas conocemos? ¿Cuántas veces en la escuela nos han hablado de estas ciudades y de su significado en nuestra historia?

El patrimonio tiene importancia porque es un vínculo directo con nuestra historia, con nuestro origen, por esto su desvinculación con los pueblos mayas contemporáneos ha sido apropósito, para perder agencia, para que los pueblos no tomemos control de lo que históricamente nos pertenece. Dignificar nuestro patrimonio no es sinónimo de nacionalismo, porque por muchos años la nación ha tenido en sus manos la administración y resguardo del patrimonio maya, pero como podemos ver no solo no ha cumplido con esto, sino que ha sido parte del problema que ha permitido y provocado su destrucción.

La importancia de nuestra historia no radica en la promoción folklórica que hacen de nuestras ciudades antiguas, como promueve el Instituto Guatemalteco de Turismo y como lo ha hecho con ciudades como Tikal.

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