Rodulfo Santizo
La palabra “estadista” se define como “Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”, pero su significado va más allá de una breve definición académica. Según Winston Churchill, define claramente lo que es un hombre de Estado: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” y esto es todo lo contrario en los casos concretos de Guatemala donde sólo hemos tenido políticos con visión para períodos electoreros de cuatro años, quienes no se preocupan en su preparación y conocimiento de la realidad de los problemas que afrontan las grandes mayorías, siendo candidatos de grupos minoritarios con marcados intereses de llegar hacer gobierno para hacer negocios con los recursos del Estado.
El estadista debe tener características como ser mediador, imparcial, favor de unidad, tolerante y capacidad de aceptar la crítica, principalmente de los medios de comunicación, incluyente, con experiencia de trabajo en espacios de incidencia local, municipal, departamental y nacional, experiencia de trabajo con grupos comunitarios organizados en conflictividad, sentido de pertinencia cultural, equidad de género y coherencia en las acciones de desarrollo rural sostenible, respeto a los valores ancestrales de los pueblos indígenas, capacidad de coordinación, dinámico, proactivo, acostumbrado al trabajo en equipo, dispuesto a establecerse en los lugares de acción liderando los grupos de trabajo gubernamental, entre otras.
La escasez de verdaderos líderes naturales que sean producto del esfuerzo y trabajo social/comunitario, principalmente aquellas personas que han ido escalando los niveles de liderazgo mediante un trabajo voluntario y no como muchos políticos que han utilizado la burocracia para ser visibilizados por medio de haber estado empleados en gobierno o similares en puestos que no han dejado mayor legado para la sociedad.
La mayoría de políticos para todos los cargos a elección se consideran defensores de los derechos humanos y conocedores del país en tiempos de campaña pero en ese tiempo se acercan a muchas comunidades a pedir el voto en concentraciones masivas dando discursos y promesas sin fundamento porque no conocen la verdadera realidad de la población.
Para ser un estadista, se exige visión a futuro y desprendimiento de las ambiciones personales y tener la grandeza para concertar grandes acuerdos municipales, departamentales y nacionales aunque sean ideas de otros y principalmente, tener el don de la ubicuidad para comprender y asimilar que estando en el poder no se crean reyes, emperadores o patriarcas para intimidar y hacer lo que les venga en gana o satisfacer los intereses y pago de favores de sus cercanos colaboradores que lo llevaron al poder.
Seguiremos con ese sueño en esa búsqueda de esos estadistas que nos demuestren que llenan el perfil y términos de referencia que necesitamos en la función pública, yo sé que los hay pero no se atreven a jugar en las actuales condiciones y realidades del país, donde estamos acostumbrados a procesos electorales de muy baja calidad ganándose a la población con canciones y regalías populistas, principalmente de partidos tradicionales que esconden a políticos que utilizan la política para sus fechorías, ganando cuotas de poder, aliándose a posibles precandidatos, manchando desde un inicio aquellas posibles buenas intenciones.
Hay mucho que hablar en este tema, pero concluyo que en Guatemala encontrar un estadista es como querer encontrar una aguja en un granero lleno de paja.