Roberto Blum

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“Cada vez que tenemos nuevos datos de temperaturas récord, las olas de calor o las tormentas invernales extremas, nos está llevando a buscar opciones tecnológicas, incluso aquellas que alguna vez fueron consideradas extremas”, dijo Robert Wood, un científico del equipo de la Universidad de Washington que está llevando a cabo el proyecto de “blanqueamiento de nubes marinas”.

El “blanqueamiento de nubes” es una de las varias ideas para regresar la energía solar al espacio, a veces llamado también modificación de la radiación solar, geoingeniería solar o intervención climática. En comparación con otras opciones, como la inyección de aerosoles en la estratosfera, el “blanqueamiento de nubes” marinas sería localizado y utilizaría aerosoles de sal marina relativamente benignos en lugar de otros productos químicos más peligrosos que se tendrían que dispersar en la atmósfera.

Parece evidente que el cambio climático es uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo. A medida que los impactos del calentamiento global se vuelven cada vez más devastadores, la búsqueda de soluciones innovadoras se vuelve imperativa. En este contexto, están surgiendo las megatecnologías como un campo prometedor para abordar globalmente este problema planetario. Estas tecnologías de gran escala tienen el potencial de transformar radicalmente la forma en que interactuamos con nuestro entorno y mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, también presentan graves riesgos y consecuencias no previstas ni deseadas.

Los investigadores han planteado algunas de las megatecnologías emergentes más prometedoras y su posible papel en la lucha contra el cambio climático tales como la “captura y almacenamiento de los gases de carbono”, una tecnología diseñada para extraer el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y almacenarlo de forma segura a largo plazo en el subsuelo. Aunque aún está en desarrollo, esta tecnología tiene el potencial de reducir significativamente las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero y ayudaría a estabilizar el clima. Las tecnologías de captura de carbono van desde sistemas de absorción química hasta la captura directa de los gases contaminantes. Actualmente se están realizando investigaciones para mejorar la eficiencia y reducir los costos de estas tecnologías, lo que las haría más accesibles a gran escala.

Otra megatecnología sería la que intenta aprovechar la energía solar en el espacio mediante paneles solares colocados en órbita terrestre. Estos paneles capturarían grandes cantidades de energía solar sin verse afectados por las limitaciones atmosféricas o las de la rotación del planeta. La energía solar espacial tiene el potencial de proporcionar una fuente de energía limpia y renovable a nivel global, reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles y mitigando las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otra parte, es evidente que estas tecnologías tienen el potencial de causar impactos ambientales no deseados e imprevistos. Por ejemplo, la captura de la energía solar en el espacio o la geoingeniería solar podría alterar los patrones de precipitación pluvial y provocar sequías o inundaciones en ciertas regiones generando conflictos entre los estados nacionales afectados.

Otra idea que se ha planteado es la de sembrar pequeñas partículas de hierro en los océanos para promover el crecimiento de algas y plancton, los principales productores de oxígeno en la atmósfera, pero en el proceso absorber el dióxido de carbono y al morir enterrarlo en el fondo del océano.

Es claro que algunas megatecnologías podrían tener impactos adversos en los ecosistemas naturales y la biodiversidad. Por ejemplo, la energía solar espacial podría interferir con las migraciones de aves o afectar a los ecosistemas marinos si los paneles solares interfieren con la luz solar necesaria para la fotosíntesis de los organismos marinos.

Es importante abordar estos riesgos de manera proactiva y responsable al desarrollar y desplegar megatecnologías para enfrentar el cambio climático. Esto requerirá una evaluación cuidadosa de los impactos potenciales, la participación de diversas partes interesadas y un enfoque precautorio para garantizar que estas tecnologías se utilicen de manera segura y efectiva en la búsqueda de un futuro más sostenible y resiliente.

Todo esto sin embargo requerirá que desarrollemos mejores métodos para el almacenamiento de energía, lo que es fundamental para la transición hacia una economía baja en carbono y la integración de fuentes de energía intermitentes, como la solar y la eólica. Tecnologías como las baterías de estado sólido, el almacenamiento térmico y el almacenamiento hidroeléctrico pueden proporcionar soluciones escalables y rentables para almacenar energía de manera eficiente y liberarla según sea necesario. Esto habrá de permitir una mayor penetración de energías renovables en la red eléctrica y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

En conclusión, las megatecnologías emergentes ofrecen un potencial significativo para abordar el cambio climático a escala global. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas tecnologías también plantean desafíos y riesgos, que deben ser abordados con cuidado y consideración. Al invertir en investigación y desarrollo, así como en marcos regulatorios sólidos y políticas climáticas ambiciosas, podremos aprovechar el poder transformador de estas tecnologías para construir un futuro más sostenible y resiliente frente al cambio climático.

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