Aquí, en este medio de comunicación, hemos platicado muchísimas veces de la necesidad del diálogo y la negociación, aunque también he sido enfático en hablar sobre la relación del legislativo (Congreso) con el ejecutivo. Para dejarlo claro, no deben regresar las viejas costumbres del pasado donde la relación se daba en base a la compra de votos, de voluntades. Sin embargo, acá planteo todo lo contrario: se trata de cogobernar, de crear una gobernanza.
Con relación a esto, es necesario conocer los procedimientos administrativos políticos del quehacer de cada uno de los organismos del Estado. Por ello, el jueves de la semana pasada dimos a conocer públicamente, como Asociación Política Caminemos y en alianza con el Instituto Republicano Internacional (IRI), la tercera versión del Manual Cómo Presentar Proyectos de Ley. Un manual práctico simple, muy sencillo y con objetivos muy claros, en apoyo al fortalecimiento de esta gobernanza.
Cuando apenas empezaba la primera Legislatura, después de haber dejado la Asamblea Constituyente, siendo Secretario de la Junta Directiva de Alfonso Cabrera, primer Presidente de la era democrática, me dio la oportunidad de ser Secretario de la Junta directiva, sino que también depositaba la confianza en un joven de 25 años delegándole funciones claras, precisas y sobre todo de mucho apoyo a la etapa que se estaba viviendo (no sé si Alfonso tiene idea de lo que eso significó en mi vida). Una de esas funciones fue dejar a mi cargo toda el área de formación y capacitación, no sólo del personal del Congreso, sino también de las diputadas y diputados, que en aquel entonces se tomaba con mucha seriedad.
Es así que con el apoyo del Centro para la Democracia de la Universidad de Boston, se llevaron a cabo los primeros talleres de formación dirigidos a las y los congresistas, denominados “Atitlán” porque, aunque parezca mentira, se realizaban una vez al año con una duración de tres a cuatro días en una “encerrona” como le llamábamos. Esa era la forma de garantizar que recibieran la formación y no tuvieran contacto con nadie más que con los catedráticos y conferencistas. Y aunque no lo crean, de 100 diputaciones en el primer seminario, asistieron 99, y en los siguientes, la asistencia no bajó de 95.
Motivado por esto, sale mi atrevido manual denominado Guía del Legislador Guatemalteco. Posteriormente, este me pareció más informativo que manual y por eso traté de sacar otra edición, ya que quería compartir lo que aprendí en mi vida política y mi relación con la sociedad civil, lo cual era una parte fundamental e indispensable para que las y los buenos políticos realicen bien su trabajo.
Fue el director de la Cooperación Canadiense, en aquel entonces (Jean Jack), cuando le propuse que me apoyara a financiar un nuevo manual el que me respondió: “Tu Libro sólo tiene 100 clientes. Por qué no haces uno para que la sociedad civil aprenda no sólo a elaborar proyectos de ley, sino a llevarlos al Congreso, presentarlos y cabildear para que se conviertan en iniciativas de ley que surgen de la propia sociedad civil y de sus necesidades más sentidas. Esta experiencia se convirtió después en la primera edición del manual, la cual fue todo un éxito y para mí resultó un gran apoyo al llegar a ser Presidente del Congreso.
NO SE VALE sólo criticar y no proponer soluciones, ya que la propuesta concreta del manual fue no venderlo, sino que fuera parte de todo un proyecto. Esto significaba recibir talleres de formación y capacitación en relación a la integración y funcionamiento del Congreso de la República, y con el manual, tener una guía para elaborar proyectos de ley y de esa forma llevarlas al Congreso de la República. La finalidad era que la diputada o el diputado tuviera una propuesta que viene del quehacer de la sociedad civil y que además de ese respaldo, la forma de explicar, informar y demandar, razón por la cual se presenta y la urgencia de aprobarla.
YA ES HORA que quienes nos llaman vendepatrias a las personas que trabajamos con la comunidad internacional tengan bien claro el papel que ésta ha jugado a través de la historia de este país, específicamente en el área de formación y capacitación. Esta nueva edición del manual no hubiera sido posible sin el apoyo del Instituto Republicano Internacional y su equipo, que hoy, continúa trabajando en sus metas, objetivos y todo aquello que su mandato le motiva a realizar. También es un ejemplo y motivación para que otros organismos internacionales y sus equipos continúen trabajando con organizaciones de la sociedad civil con el fin de provocar un cambio real en nuestra Guatemala. Algunos de los organismos internacionales, como este, son dirigidos por ciudadanos guatemaltecos que son un ejemplo y tienen esa solvencia de poder decir cómo hacerlo, porque en su vida ya lo han hecho. No se pierdan la entrevista con Catalina Soberanis, quien es uno de estos ejemplos, grabamos para el canal del Congreso de la República una entrevista con motivo de un aniversario más de nuestra constitución.
Pero, regreso al Instituto Republicano Internacional, ya que coincidió con la presentación de este manual, con el nombramiento de Jorge Ceballos como Director del Instituto, aquí en Guatemala. Jorge es un guatemalteco que merece que le demos nuestro reconocimiento y respaldemos su trabajo. Que aprovechemos su carisma y apertura a las personas y a los proyectos y propuestas que fortalecen nuestra democracia y el Estado de Derecho. Ceballos tiene amor por su país y su gente, motiva, impulsa y ejecuta acciones que llevan a resultados concretos como este.