José Roberto Alejos Cámbara

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El Artículo 136 de la Constitución Política de la República, como ya lo dije la semana anterior, hace referencia a los deberes y derechos políticos de los ciudadanos y aunque no voy a repetirlos todos, haré énfasis en aquel que dice: “Velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral”, pero… ¿por qué hacerlo?

Quizá porque hemos dado paso a la costumbre de criticar y señalar, al grado que se nos olvidó participar. Se nos olvidó que la participación es una obligación ciudadana, y peor aún, se nos olvidó que es una obligación constitucional. Si analizamos el referido artículo, debemos entender que los derechos son inherentes al deber. Es decir que si nos inscribimos en el Registro de Ciudadanos como un derecho, estamos en el deber de empadronarnos. También es un derecho formar parte de un partido político y optar a un cargo público, aunque ello implica participar en actividades políticas como un deber u obligación.

Cuando los constitucionalistas contemplamos “el deber de velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral”, quisimos decir que la participación no se limitaba solamente a quedarnos agazapados por temor a un fraude electoral, o bien a ver de lejos la potencial manipulación de los resultados, cuando el ente electoral dispone que todos los datos del sufragio se irán a “la nube”, ahí donde todo es modificable, donde todo se puede cambiar, donde fácilmente se puede gestar el fraude electoral y no como un fantasma, sino como una realidad, entendiendo el fraude como una alteración de la voluntad popular. Ante esto amigos, ya no podemos hablar únicamente de derechos, sino también de obligaciones.

Si bien he incitado a que participemos como voluntarios en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), la verdad es que también llamo a que trabajemos en un gran proyecto de observadores nacionales. No necesitamos que la comunidad internacional venga a observar las elecciones cuando nosotros mismos podemos hacerlo, especialmente quienes desconfían de esa comunidad internacional. Hay muchas entidades sociales, empresariales, académicas e incluso religiosas, y si todos estamos en la misma línea, podemos llegar a ser parte de un enorme proyecto de observadores con acceso a todo lo que incumbe al proceso electoral como derecho y como obligación. ¡Nadie puede impedirlo!

¡Entrémosle sin miedo y con fervor! Seamos observadores electorales con agudeza y ver de cerca todo lo que conlleva el próximo proceso electoral. Sólo así podremos lograr que éste sea transparente y puro y sólo así vamos a garantizar el cumplimiento del Artículo 136 de nuestra Carta Magna. Unámonos en este esfuerzo, porque de lejos, en verdad ¡no se vale!

Hoy me toca reconocer que los constituyentes somos culpables del desconocimiento que la población tiene de nuestra Constitución Política, y en lugar de estarnos peleando entre nosotros, deberíamos unir esfuerzos no sólo para defenderla, sino también para promover y difundir su contenido.

En verdad NO SE VALE sólo mirar y criticar, no cumplir con la Constitución. Es oportuno decir que no pasemos por alto que la diferencia entre un palo y un árbol es grande, ya que el árbol da frutos. Que no se cumpla el dicho: “los mirones son de palo”, cuando lo que está en juego es el presente y futuro de un país y su gente.

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