José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

No habíamos tomado posesión como diputados a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pero eso no impidió que tratáramos de llegar a acuerdos sobre la temática del deporte, un tema que a nuestro criterio, podría coadyuvar a la prevención de la violencia del país, ya que nuestra idea era darle un enfoque valorativo y especial.

Puedo decir que fue un tema difícil, pero a la vez lleno de satisfacción por haberse logrado su inclusión en la Constitución Política de la República (Artículo 91) dada su importancia y la proyección en beneficio del país. En la Carta Magna se contempló el deporte como parte de la educación en los centros de estudio, al igual que sus ramificaciones federadas y no federadas.

Los constituyentes dejamos establecida la autonomía para el deporte federado (Artículo 92), lo que muy probablemente nos sitúa como el único país en el mundo en dar ese perfil al deporte. Además establecimos una asignación presupuestaria anual apegada al Presupuesto General de Ingresos Ordinarios del Estado. ¡Realmente apostamos por el deporte como una herramienta para prevenir la vida insana o delincuencial en los jóvenes!

La autonomía deportiva buscaba garantizar transparencia para elegir a las autoridades deportivas. Pretendió libertad en la forma de administrarse, sin ningún tipo de injerencia y es por eso que, como lo dije al inicio, consiste de un sistema único revestido también de una asignación privativa. Recuerdo que era emocionante hablar del tema, especialmente cuando se trataba del deporte olímpico y visualizábamos su representación fuera de las fronteras, imponiendo patriotismo y nacionalismo.

¿Cuáles eran las ventajas que visualizábamos en aquel momento al otorgar autonomía al deporte olímpico y dotarlo de una fuente de financiamiento? La respuesta es simple: los constituyentes pretendimos que la autoridad de turno, es decir, que el gobierno independientemente de su ideología, no metiera las manos y no se tomaran decisiones contrarias a las disposiciones del Comité Olímpico Internacional (COI) creado por el barón Pierre de Coubertin en 1894. Hoy la misión debería de ser recuperar esa libertad para allanar el camino y lograr ser parte de los Juegos Olímpicos, sobre la base de sujetarse a las disposiciones de ese Comité.

Pero todo resultó al revés. La autonomía al deporte olímpico ha servido solamente para tomar decisiones contrarias a las que toma el COI, y como consecuencia de haber permitido que la política se introdujera y se apoderara del deporte, se ha desatado una lucha de poder que lo único que provocó es que nos arrebataran la posibilidad de ser la sede de los Juegos Deportivos Centroamericanos, evento previsto del 27 de octubre al 13 de noviembre.

Y como si fuera poco, esa maraña de fuerzas políticas ocasionaron que el país esté suspendido de toda participación olímpica, lo que afecta no sólo la imagen de Guatemala, sino del deporte en general y muy especialmente a quienes se prepararon, invirtieron su tiempo y recursos para esta oportunidad en sus vidas y ser parte del sueño propio de todo deportista; un sueño que se rompe poco a poco como consecuencia de la lucha interna del poder político que irrespetando el mandato constitucional se apropió del deporte federado.

Como éste, muchos son los temas que han sido malinterpretados. Basta ver en qué condiciones nos encontramos, sabiendo certeramente por qué está sucediendo y conociendo a quienes lo han provocado. (CONTINUARÁ)

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