José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

El Partido Revolucionario (PR) logró mantenerse y no desaparecer, dada la condicionante de repetir las asambleas y de que ningún miembro del Comité Ejecutivo hubiese sido parte de comités anteriores. Pero, el problema no resuelto era el hecho de que sus integrantes habían sido parte de los últimos tres gobiernos, especialmente el de Romeo Lucas García.

Entonces, la agrupación empezó a buscar soluciones. Llevó a cabo, en Costa Rica, una reunión con el Partido de los social-demócratas exiliados; no obstante, el encuentro no tuvo resultados porque los proscritos no se atrevían a regresar al país.

Optaron entonces por dar espacio a la juventud, no sin antes ubicar a sus bases, que estaban por todos lados porque la agrupación y su ideología venían de muchos años atrás y, a pesar de lo sucedido en los gobiernos militares, continuaban fuerte, tan fuerte como el partido contrario, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN).

En su búsqueda acudieron a mi persona para ayudarlos a “conseguir” un candidato en Jutiapa “Ya que estás trabajando por allá”; y yo dispuse aceptar. Junto al Secretario General del partido, Don Alfonso Polanco, un hombre humilde y pobre, pero revolucionario y quien por años había estado en ese cargo y nunca pudo ocupar un puesto en el Gobierno, recorrimos lugares en la búsqueda de nuestro objetivo.

La gente rumoreaba “Dicen que la Constitución ya está hecha, que los militares la van a dar ya lista y que no hay nada que ir a hacer” También aseguraban que el trabajo sería por sólo seis meses, lo cual no era un atractivo para moverse a la capital y que, además, el trabajo sería ad honorem. La mayor parte de la gente también decía que el PR no ganaría porque era la época de partidos nuevos. Aunque estaban convencidos que en Jutiapa el partido nunca perdía porque ideológicamente “era bueno”.

Así, tras varias jornadas de trabajo vino la propuesta “¿Y por qué no es usted el candidato?, a la gente le encantaría un joven de 22 años, que no ha estado en política, algo diferente”. Mi respuesta fue la misma que daría hoy ante una propuesta similar “no tengo dinero” y me replicaron diciendo que en Jutiapa no se tenía que anunciarme en televisión porque no había repetidoras y los canales vistos eran los de El Salvador. No existía la televisión por cable y las estaciones que se escuchaban eran de radios locales, y los precios de los anuncios eran sumamente cómodos.

Las radios Jutiapa y Tamazulapa estaban dispuestas a apoyar al movimiento lo que significaría el retorno a la democracia, porque en el oriente también se había sufrido. De hecho, ahí se iniciaron las penas por el intento de levantamiento de Augusto Turcios Lima y Antonio Yon Sosa.

¡Qué diferencia de tiempos! En la actualidad, cuando se quiere ser candidato, lo primero que preguntan es: ¿Cuánto dinero tenés para la campaña? ¿Cuánto estás dispuesto a dar? Y la consagrada duda si se está dispuesto a competir contra el crimen organizado, el narcotráfico y los que tienen el control en los distritos. En esa época sí era posible que la radio y la televisión regalaran anuncios.

Fue fácil tomar la decisión, lo difícil fue convencer a mi familia porque la figura política estaba desgastada. Ser político era ser mujeriego, ladrón, mafioso, mentiroso, a pesar de que el Pacto de Corruptos no existía aún. Esos señalamientos persisten y muy difícilmente se podrían suprimir… es más, cada día son peor. Qué hacer para cambiar esta mala imagen que empeora. (CONTINUARÁ).

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