José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

Cuando comencé a escribir esta columna, hace ya algún tiempo, lo hice comentando sobre mi mala experiencia en el partido TODOS y porque había fracasado en ese intento de hacer un partido nuevo. Inmediatamente empecé a escribir sobre cómo en mi niñez, conocí al entonces alcalde Metropolitano, Manuel Colon Argueta.

Traté de explicar por qué mis raíces socialdemócratas venían de ahí, de la amistad que había entre mi padre y Colón Argueta, y cómo mi padre fue candidato la primera vez apadrinado por él, inclusive en su graduación, lo que después lo llevaría al Partido Revolucionario y luego a ser un opositor al Gobierno del general Lucas; cuando el Vicepresidente de la República, Villagrán Kramer, renunció al ver lo que estaba sucediendo con la nación en aquel entonces.

Decidí que iba a ir contando cómo fue que hicimos la Constitución Política de la República  y sobre todo, cómo fue que los militares llamaron a este retorno hacia la democracia. Sí, y fui contando cómo convocaron a los socialdemócratas en el exilio para tratar de hacer una Constituyente totalmente amplia.

Escogí la fecha en la que se discutió cada uno de los artículos. Cómo después, ese artículo perdió el sentido con el que la Constituyente lo había aprobado, especialmente con las reformas constitucionales del 93. Y cómo en la actualidad, todo se perdió y cómo  se fue arruinando, de acuerdo con los intereses de quienes manejan la nación. Decidí compararlo con la actualidad nacional.

Traté de dar algunos consejos sobre lo que tendríamos que hacer hoy. Invertí tiempo hablando sobre las reformas a la ley Electoral Y De Partidos Políticos y cuáles deberían de ser los cambios que tendrían de hacerse para regresar a la intención de los constituyentes y, especialmente, corregir los errores que cometimos o todos aquellos temas de los que no nos atrevimos a actuar.

Escribí sobre la refundación del Estado, lo cual fue un tema sumamente difícil, ya que fui muy criticado por quienes hablaron antes sobre el tema, acusándome de querer robármelo, cuando realmente siendo precandidato a la Presidencia lo mencioné, no para tratar de adueñarme de él, sino por la necesidad que hoy existe de un estado nuevo.  Un Estado que realmente interprete lo que la población quiere, necesita y nos lleve a la Guatemala que nos merecemos.

Recientemente, he caído en la tentación de hablar sobre la coyuntura nacional, ya que he hablado sobre la reciente ley de la familia, sobre la libertad de prensa, sobre la ley de cabildeo y las consecuencias que esto podría tener, y por supuesto, sobre este Gobierno y la falta de diálogo, de negociación y la cooptación del poder.

Cada vez que cuento historias sobre mi vida política y mi vida personal, la gente trata de convencerme que escriba un libro contando la verdad con nombres, apellidos, responsables, sobre la corrupción, la CICIG, sobre todo lo que ha ocurrido que nadie conoce y todo el mundo debería conocer.

Es lo que toca, contar la verdad, contar mi vida con nombres, apellidos, con hechos, con protagonistas, pase lo que pase, pagando las consecuencias. Pero de nada sirve lo que escriba y lo que cuente, si esa juventud que saca su DPI, y no se empadrona, que no quiere participar en ningún partido político no cambia, y sobre todo, si nosotros como ciudadanos no cambiamos, SI USTED NO CAMBIA.

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