Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Durante casi un mes, el presidente Alejandro Giammattei se ha pasado alardeando sobre las declaraciones del representante del Fondo Monetario Internacional sobre la situación económica de Guatemala, quien, en un acto de grosera lambisconería, atribuyó el crecimiento económico del 2021 a las “rápidas, exhaustivas y coordinadas respuestas de política que las autoridades desplegaron en 2020”.    Es más que obvio quien le pasó el guion, ese mismo que leen cada semana los invitados a la farsa dominical del presidente.

El Producto Interno Bruto se supone que creció en 7.5%, según datos del Banco de Guatemala, en el 2021 con respecto al 2020.    Aún tengo dudas de la veracidad de esta información, que me imagino que algunos funcionarios la acomodan según los volátiles caprichos del mandatario.    En términos reales, la economía guatemalteca creció en 38 mil 117 millones de quetzales durante el año 2021.    ¿De dónde viene este crecimiento?    Si analizamos un poco más allá de las sosas declaraciones del funcionario de marras (el del FMI), veremos que, en el mismo año, las remesas familiares crecieron, también en términos reales, en 21 mil 965 millones de quetzales.    Es decir, un 58% del crecimiento económico que tanto presume el presidente, se atribuye a las remesas familiares.

Adentrándonos un poco más en el análisis, las exportaciones de bienes, en términos reales, tuvieron un incremento estimado de 15 mil 600 millones de quetzales durante el mismo periodo.    De ese incremento, aproximadamente 8 mil 166 millones de quetzales (52%) son de productos que tuvieron importantes alzas en sus precios durante el año 2021 con respecto al 2020.    Esto quiere decir que, en una importante proporción, este crecimiento no se dio por las políticas que el gobierno tanto presume, sino que por mayores ingresos derivados de precios más altos.    De entre ellos destaca el café (Q 1,733 millones), caucho natural (Q 494 millones), derivados de petróleo (Q 579 millones), hierro y acero (Q 1,019 millones), níquel (Q 252 millones sin tomar en cuenta la alfombra rusa), alimentos para animales (Q 143 millones), grasas y aceites vegetales (Q 2,041 millones), manufacturas de papel y cartón (Q 203 millones) y materiales plásticos (Q 1,342 millones).      El crecimiento de exportaciones de estos productos que fue influenciado por presiones inflacionarias internacionales, ya sea del producto en sí o de sus principales materias primas, llega a los Q 7,806 millones de quetzales y corresponde a un 20% del crecimiento económico total del 2021 en términos reales.

En resumen, el crecimiento del que tanto presume en público el gobernante proviene, en casi un 80%, de factores totalmente ajenos a las “rápidas, coordinadas y exhaustivas” medidas de política económica tomadas por el gobernante y su gabinete.

Mi punto es que si los funcionarios del FMI que vinieron al país a principios de abril, en vez de ir a pasear a la Antigua Guatemala o a la zona 16, se hubiesen tomado la molestia de indagar, aunque sea una miseria, sobre los factores que realmente han influido en el sobresaliente desempeño económico que tuvo el país durante el 2021, habrían felicitado a los migrantes y a los empresarios en general, quienes sí están detrás del excepcional crecimiento económico de Guatemala.

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