José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

Tratemos detenidamente la reforma electoral; su pasado, presente y su incierto futuro, pero antes de intentar plantear una propuesta es apremiante definir algunos conceptos, uno de ellos: la vieja política. ¿Qué debemos entender por la vieja politica? ¿Serán aquellos viejos en edad? o ¿las viejas formas de hacer política?

Mi primera participación en la política fue a los 23 años y parte de mi discurso era pregonar “no crea en nadie que tenga más de 30 porque ya se lo tragó el sistema” un político europeo tenía postura similar y obtuvo buenos resultados, obviamente el europeo y yo olvidamos que también cumpliríamos 30 y más.

Al irme del Congreso vi junto a otros, que los jóvenes perdíamos la batalla; que la llamada vieja guardia estaba recuperando el poder que habíamos entregado los cuadros urbanos de la URNG, que la estafeta dada sin condiciones, sin candidaturas impuestas estaba siendo recuperada. Habíamos renunciamos a la agrupación para ver como el Partido Revolucionario retomaba sus ideales socialdemócratas y no desaparecía como sucedía con la mayoría de partidos.

Así nació el Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG) encabezado por Ricardo Rosales Román (1934-2020) uno de los cuatro comandantes de la guerrilla y jefe del Partido Guatemalteco del Trabajo, y quien, junto a nueve diputados, llegó al Congreso de la República.

Traigo a colación lo anterior porque la vieja guardia la conformaban personajes históricos como Mario Fuentes Peruccini, Enrique Claveríe Delgado, el Coronel Ernesto Paiz Novales, por citar algunos. Estos personajes jugaron papeles históricos y en su momento los llamamos dinosaurios políticos, justo como ahora se refieren a nosotros.

La gente de la Democracia Cristiana era relativamente joven, sus militantes nunca habían llegado al poder, eso era un plus; su inspiración estaba en grandes dirigentes de otra edad, que se habían ganado el respeto de la clase politica como René de León Schlotter.

Hoy se habla de la vieja política. Recuerdo que el término surgió cuando el ex presidente Jimmy Morales en su discurso contra su contrincante Sandra Torres pidió “no votar por la vieja” rápidamente añadió “la vieja política” pero en un país machista la expresión se quedó para ser utilizada peyorativamente contra mujeres y no precisamente por ser de cierta edad, pero sí por sobresalir.

Porque si a vieja política vamos, ¿Qué decimos del actual presidente, Alejandro Giammattei? El mandatario tiene recorrido en la administración pública, un recorrido que inició mucho antes que otros estuvieran en la jugada. Estuvo en el TSE, en Empagua; fue candidato a la alcaldía y director de Presidios antes de ser varias veces (más que la mayoría) candidato presidencial.

Entonces ¿Qué es la vieja política? definamos si es eso lo que queremos cambiar con las reformas electorales, cambiar un sistema que sigue permitiendo que los no políticos lleguen al poder. Mujeres, jóvenes, representantes indígenas, nuevos en el campo, pero puestos por financistas; por el crimen organizado, por empresarios con privilegios, por el narcotráfico y; todos no tienen el mínimo interés de propiciar cambios en el sistema que los protege: Son a esas personas a las que tenemos que cambiar por verdaderos políticos y servidores públicos apegados a la deontología.

Las reformas electorales son la clave y por eso debemos verlas con cuidado y sin temor, pero con este objetivo: atraer a servidores públicos de verdad.

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