Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Para continuar la ofensiva política para derrotar la maniobra de Giammattei y demás golpistas en el Estado y el sector privado, nos corresponde aplicar una presión constante de dos pinzas: rebelión social, con manifestaciones y bloqueos, y acciones de la comunidad internacional, incluidas las sanciones que puedan aplicar la OEA, Estados Unidos y la Unión Europea. Esta presión debe aplicarse por igual al Estado guatemalteco y al sector privado, representado por CACIF, por ser éste el que dirige la “maquinaria de la corrupción”. Se sugiere que la presión se aplique con mayor intensidad sobre Giammattei, y no tanto sobre los instrumentados MP y Cortes; pero yo sostengo que expulsar a Porras y secuaces golpistas es ineludible y punto de partida para que “se desgrane la mazorca”.

La presión social es componente esencial. Octubre ha sido ejemplo de lucha. Conducidos por las Autoridades Ancestrales y con la participación de los 48 Cantones, se han ido sumando diversos sectores en resistencia a la dictadura y muchas fuerzas sociales y políticas más. Se ha forjado la unidad en la diversidad de la gente honesta, superando barreras históricas, como las diferencias entre lo urbano y lo rural, y conformando la alianza de las fuerzas sociales y políticas honestas, tanto las que se definen como revolucionarias como las democráticas. Somos la mayoría y, así como en 2015 logramos expulsar a presidente y vicepresidenta, no cejaremos hasta ver que asumen el gobierno Bernardo Arévalo, Karin Herrera y el Movimiento Semilla. Debemos continuar ocupando espacios públicos. Si hay que cerrar edificios y vías, debemos hacerlo sin vacilación, ya sea alrededor de los centros de corrupción, como el MP y las Cortes, o en las vías que abastecen al CACIF. Es también tiempo de que nuestros migrantes cierren el flujo de remesas por lo menos durante una semana. La consigna es “Paro Indefinido”.

La comunidad internacional es otra pinza. Las expresiones de preocupación han sido numerosas y contundentes, en la ONU, la OEA y en países con gran influencia en Guatemala. Ya no hay engaño, porque han perdido credibilidad el presidente, el Congreso y las Cortes, y mucho más el MP. Las mafias corruptas del país apuestan a sostenerse hasta que ocurran las elecciones de EE.UU., con la quimera de que Trump, su aliado y modelo, sea electo. Mientras que hacen promesas falsas a la administración de Biden, siguen con sus planes de violentar la voluntad soberana del Pueblo. De ahí la necesidad de incrementar la presión internacional con medidas concretas: en lo político, la OEA debe aplicar la Carta Democrática al gobierno, y Estados Unidos debe darle fuerza a la Lista Engel (las mafias corruptas se ríen de dicha lista), con pedidos de extradición y capturas. La fórmula final es aplicar sanciones económicas, tanto al Estado guatemalteco (suspensión de toda ayuda directa o indirecta, civil y militar) como al sector privado (congelamiento de recursos). No hay que seguir dudando, con la idea de reaccionar cuando los golpistas den el “cuartelazo”. Si éste se da, Guatemala caerá en el estallido social y aparecerá el fantasma de la difícil guerra civil.

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