En pasado artículo, expuse cinco casos de ausencia de ética: Porras, Curruchiche, Monterroso, Orellana y, para rematar, Giammattei. Al no ser psicólogo, ni psiquiatra, no sé qué pasa en sus abigarradas mentes; pero en su accionar no hay apego a valores ni normas. Se consideran por encima del bien y del mal y con derecho a hacer a voluntad. La mentira es norma y no excepción, así como el retorcimiento de la ley. Hoy podemos agregar dos casos, sin que sean los únicos, el Ministro Búcaro y la candidata perdidosa Sandra Torres, que se resiste a conceder. El primero trató de parar las críticas contra el MP –que, correctamente asumió como críticas al gobierno de Giammattei– por parte de embajadores en el Consejo Permanente de la OEA y, contra toda razón, se enojó por el uso de la palabra “intimidación” para la serie de actos de la Fiscal General contra Semilla y el TSE. Se escudó, sin pudor, en la “soberanía nacional”. Mal utilizado el concepto, porque la soberanía nacional corresponde al Pueblo, que se expresó sin tapujos el 25 de junio, para bloquear a las y los más corruptos, y el 20 de agosto, para elegir a Arévalo y Herrera. No es del Presidente y sus Ministros, que apoyan al MP para violentar el proceso electoral. Quedó en claro que las maniobras antidemocráticas para impedir la presidencia de Arévalo, incluido el “Plan Colosio”, gozan del beneplácito gubernamental. Por ello, la OEA encargó a su Secretario General acompañar el proceso de transición de gobierno. Por ello, también, la ciudadanía se mantiene alerta para defender su triunfo. Apoyar el “golpe de Estado”, mejor calificado como “autogolpe”, es faltar a la ética a profundidad, porque actúan en contra de sus mandatos constitucionales. Así, justamente, la población honesta pide la inmediata renuncia o destitución de los encargados de ejecutar los ataques.
Después de la firma del Acuerdo de Paz, han pasado por la Cancillería personas con ética, sobresaliendo la actuación de Gert Rosenthal, quien antes y después de ejercer el cargo se ganó el respeto de la comunidad internacional como Representante Permanente de Guatemala ante las Naciones Unidas. Otros representantes reconocieron siempre su ética, al participar como representante del Pueblo de Guatemala, en su conjunto, y no sólo como embajador del gobierno. Todo diplomático se debe al país que representa y no al gobernante que lo haya nombrado. Ministros de otras carteras también se han apegado a la ética, en algunos casos, aunque los ejemplos de los tres períodos de gobierno 2012-2023 han estado llenos de funcionarios y funcionarias sin ética alguna, que han contribuido a que los graves problemas de Guatemala se hayan ampliado y profundizado. Antes de este oscuro período, hubo ministros comprometidos con la Nueva Guatemala del Acuerdo de Paz, que intentaron que se consolidara la paz firme y duradera. Lamento hoy la muerte de una joven Ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, que en su corto tiempo al frente de la cartera demostró lo que un o una profesional de la medicina puede hacer al servicio de la población, cuando se desempeña con ética.