Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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El 20 de febrero celebré en el exilio mis 80 años, con presencia en México de parte de mi familia. He cancelado visitas a Guatemala, porque no quiero ser agregado a la lista de “presos políticos”, que pasa de doscientas personas, acusadas de delitos inexistentes, como los casos de Virginia Laparra, que ha cumplido un año de injusta e inhuman prisión, José Rubén Zamora, acusado con pruebas y testigos falsos, y César Montes, condenado a ciento setentaicinco años por un hecho, oscuro y espontáneo, ocurrido a más de cien kilómetros de donde él estaba. Los otros casos corresponden a defensores de pueblos indígenas y de los territorios, tierras y recursos comunitarios. Otros no llegaron a ser “presos políticos”, porque fueron asesinados por sicarios. Quienes condenan a Ortega en Nicaragua no mueven un dedo para llevar la paz a familias y comunidades de nuestro país.

No quiero ser preso político. Ya fui acusado, falsamente, con motivo de la primera visita de la RUOG a Guatemala en 1988, cuando Rigoberta Menchú y Rolando Castillo Montalvo fueron apresados en el aeropuerto y llevados a un tribunal. Como en ese tiempo la justicia todavía funcionaba, aún bajo control militar, fueron dejados en libertad. Yo no viajé en esa oportunidad; pero poseo copia del expediente en mi contra, inventado por la “inteligencia militar”. Según testimonios, yo trasladaba guerrilleros a Nicaragua para su entrenamiento militar; ellos tenían alias y yo, absurdamente, funcionaba con mi nombre. Supongo que el caso paró en la basura, como correspondía; pero la modalidad de inventarlos, que ahora maneja Fundaterror, viene de la contrainsurgencia.

Las mafias que controlan el país sí pueden acusarme de propiciar la salida de los espurios gobiernos de Pérez, Jimmy y el actual. Lo he dicho y repetido, y también he actuado en esa dirección; pero eso no es delito, ni menos “traición a la Patria”, porque nunca he sido instrumento del imperio u otro país. Participé en las movilizaciones ciudadanas que echaron a Baldetti, primero, y finalmente a Pérez, en 2015. Me siento orgulloso de lo realizado junto a decenas de miles de personas. Fui de las primeras voces en exigir que renunciaran Jimmy y Jafeth en 2017, y persistí en esa postura el resto del período. Denuncié el fraude electoral que llevó a Giammattei a su inmerecida presidencia, comenzando por la exclusión de Thelma Aldana como candidata presidencial y su persecución y amenazas de muerte, y concluyendo con los resultados de la elección que fueron manipulados. No he dejado de pedir la renuncia de Giammattei, luego de demostrar éste su incapacidad y falta de honradez con sus acciones frente a la pandemia y su destrucción del sistema de justicia y el Estado de derecho. Anuncié, desde su primer día, que sería igual o peor que Jimmy en materia de corrupción, abusos e impunidad, con el agravante de recurrir a la represión. Mi clarividencia tampoco es delito. Ante la inexistencia de justicia en el país, mi familia y yo hemos celebrado mi onomástico en el exilio; pero confiamos en celebrar pronto y en el país el triunfo total de la Resistencia Nacional.

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