Raúl Molina
Es momento para que los pueblos de Centroamérica se cuestionen cómo derrocar a sus tiranos. Cada caso es distinto, porque no es lo mismo un dictador que responde a peticiones populares, como Bukele, con cerca del ochenta por ciento de aceptación, que el jefe de gobierno en Guatemala, que responde a la oligarquía y se olvida del Pueblo, y su apoyo rasga apenas el diez por ciento. Pareciera así más difícil derrocar a Bukele que a Giammattei; pero la red de dominación en Guatemala no tiene una sola cabeza, por más que el CACIF pese más, y es como entrelazada telaraña. En la dominación están involucrados el sector privado, el crimen organizado, el gobierno, las fuerzas armadas y de seguridad, el sistema político y el Congreso, el Sistema Judicial completo –que garantiza que la justicia está cautiva bajo las acciones de corruptas Cortes y judicaturas, así como del peor MP. Las entidades autónomas han dejado de serlo. Así se hace imposible contar con espacios de funcionamiento democrático.
El fraude en la elección de rector de la San Carlos, por ejemplo, sería indefendible y sus autores estarían ya encausados en los tribunales de no ser porque quienes lo cometieron –una veintena de miembros de los cuarentaicuatro integrantes del CSU, incluido el hoy rector de facto– son parte de la red de dominación, en donde la justicia real no existe. Para apoyar al pseudo-rector, la Fiscal General ha iniciado citaciones a las y los estudiantes que mantienen ocupadas las instalaciones universitarias, tomadas desde el pasado 27 de abril, para intentar quebrar la resistencia universitaria, dignamente sostenida por profesores y estudiantes. Se convierte así la resistencia universitaria en el ariete contra la red de dominación y puede ser el principio del fin de la misma.
A pesar de este germen de liberación nacional, destruir la red requerirá de un esfuerzo de todas las personas que estamos en contra de la corrupción y la tiranía. Esta disyuntiva se han planteado antes en Centroamérica: derrocar a la dinastía Somoza llevó muchos años de lucha, desde el asesinato de Julio César Sandino hasta el triunfo del FSLN en 1979 –no fue solamente el FSLN; fue el Pueblo en su conjunto. El derrocamiento de la dictadura de Jorge Ubico, con Federico Ponce Vaides al final, solamente se produjo después de catorce años de dictadura, y la Revolución del 20 de octubre de 1944 se fraguó a lo largo de todo un año. Yerros de los dictadores fueron siempre un factor importante: el yerro en Guatemala fue la represión contra las maestras, trabajadores y estudiantes, así como el asesinato del periodista Alejandro Córdova. El yerro en Nicaragua, al ser Somoza aislado nacional e internacionalmente, fue también el asesinato del periodista Pedro Chamorro. La Historia se repite; pero nunca sucede de igual manera. Giammattei ya acumuló suficientes yerros, uno de ellos ceder a la extorsión de la Fiscal General, para dejarla seguir en el cargo; otro la detención ilegal de José Rubén Zamora; y yerros más ominosos con el manejo mediocre del régimen. No obstante, falta la chispa que prenda el fuego. Es ese el quid del asunto para el derrocamiento correspondiente.