Raúl Molina
La verdad es que fui Rector interino en 1980, cuando el gobierno atacaba brutalmente a la USAC, es decir, en momentos en que la universidad estaba bajo asedio. Hoy, es víctima de la corrupción, que lleva a la impotencia y apatía, no solamente en el quehacer universitario, sino que también ante el mandato constitucional del “estudio y solución de los problemas nacionales”. La primera acción que tomaría, antes del acto de la autonomía universitaria, sería pedir al CSU la suspensión del proceso electoral de rector ya lanzado, por ser inconstitucional y antidemocrático; lo haría como medida preventiva, para evitar que la Corte de Constitucionalidad manipule las elecciones de la USAC con medidas inconstitucionales contrarias a la autonomía universitaria. La segunda acción interna y externa sería plantear la declaración de non grata de Consuelo Porras y la exigencia de su renuncia al frente del MP, no por su ideología de derecha extrema militarizada, sino que por constante abuso y retorcimiento de la ley para defender a criminales y corruptos y perseguir a gente honesta, tal el reciente caso de su ataque racista contra Winaq y Nanci Sinto. Exigiría su renuncia, al igual que su remoción de las aulas sancarlistas, porque Giammattei carece de la voluntad y el coraje para despedirla.
La tercera acción sería recuperar la autoridad moral de la USAC frente al Estado tirano, corrupto y represivo. Propondría al CSU declarar non grato a Giammattei, exigirle la renuncia a la presidencia y llevarlo al Tribunal de Honor del Colegio de Médicos y Cirujanos. Este gesto tiene antecedentes dignos con la exigencia de renuncia de Ydígoras durante las Jornadas de marzo y abril de 1962 y la declaración de non gratos para Jimmy Morales y Jafeth Cabrera durante las protestas ciudadanas que exigían su renuncia. Buscaría el acercamiento con la Iglesia Católica, líderes de otros cultos y la PDH para pedir la renuncia del Poder Ejecutivo en su totalidad y coordinar con pueblos indígenas, el movimiento popular y sectores democráticos la conformación de un gobierno interino para abrir el diálogo nacional, lograr un Pacto Social y Político y convocar a Asamblea Nacional Constituyente Plurinacional. Haría notar a la Conferencia Episcopal de Guatemala que se equivocó al dar el beneficio de la duda a Giammattei y al pensar que la Fiscal General se pondría la mano en la conciencia y dejaría el cargo. El Arzobispo y el Cardenal perdieron autoridad moral al no haber apoyado la indignación ciudadana; Guatemala está hoy peor que cuando vacilaron en emitir su condena. Mi cuarta acción sería al interior de la USAC: dar plazo de un año para iniciar la implementación de la Reforma Universitaria. Esto implicaría acelerar todo el proceso de establecer la universidad del siglo XXI, iniciado en 2010, cuando EPA (Estudiantes por la Autonomía) se tomó la universidad. Es inconcebible que once años después la comunidad universitaria no haya producido los cambios sustanciales que se requieren, ni siquiera el proceso para elegir a las más altas autoridades. No ha sido falta de capacidad; sin duda no ha existido la voluntad de transformar a fondo el quehacer universitario.