Jóvenes por la Transparencia

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Lidia Ortega Tablas
lidiaortegat12@gmail.com
Instagram: @_tablast

«Guatemala, el país de la eterna primavera», es algo que la mayoría de los guatemaltecos ha dicho alguna vez, y hasta me atrevo a decir que se siente cierto orgullo en esta frase. Esto se debe a que Guatemala es un país lleno de belleza en cada rincón; no solo tiene paisajes que enamoran hasta al ojo más crítico, sino que también tiene a su gente que está llena de vitalidad, alegría, amabilidad y buena fortuna.

Entonces, si Guatemala es tan bella ante nuestros ojos, por qué se siente que nunca es suficiente. Es que, a pesar de todo, aunque no estemos informados de las noticias más actuales de nuestro país, somos conscientes de la calidad de vida que ofrece a su población. No solo parece que ignora a la mayor parte de la población, sino que también la minoría que queda está segmentada por la adquisición económica disponible.

Por esto, es importante que nos preguntemos si es posible cambiar el país para ser simplemente un poco más justo. Aunque parezca un chiste, no todos tienen las posibilidades de siquiera comprar un medicamento tan básico como el acetaminofén sin que esto represente un desbalance económico. Además,  la educación dejó de ser un derecho y ahora es un privilegio. Estamos en un país en el que la seguridad parece ser un mito, y la inseguridad y la delincuencia son la norma diaria que nos obliga a estar alertas, incluso de nuestra propia sombra.

¿Es lo mejor enfocarnos en todo lo que está mal y ya? No. Aunque la crítica social es una herramienta que no se debe desaprovechar, también es cierto que no se debe abusar de ella y caer en el odio. Es más importante aún que podamos actuar sobre esa crítica, involucrarnos en los espacios que se abren y, si no los hay, luchar para que estén disponibles para la población. Muchas veces queremos que todo esté listo, pero nos olvidamos de que todo conlleva un trabajo, un proceso, y que no es posible que una sola persona pueda hacerlo. Por eso, debemos recordar que la suma del más pequeño puede crear un cambio en la balanza.

Así que cada vez que pensemos que de nada sirve nuestro apoyo hacia una causa en la que realmente creemos, actuemos a pesar de esto. Muchas veces nosotros mismos podemos ser líderes de nuevos movimientos. No basta con estar detrás de una pantalla dando críticas, es necesario tomar acciones sobre nuestra propia brújula. Impulsar el primer paso, el primer empujón y, como decimos los guatemaltecos, «ya montados en el caballo…», tomar valor y actuar sobre las situaciones en las que podemos empoderarnos.

Es un camino tortuoso querer realizar cambios que beneficien más a la población, sin embargo, es un camino que vale la pena tomar. Es la aventura que no solo cambiará una vida, sino que puede impactar en muchas más, dejando un legado, nuestro legado, sin importar edad, sexo o credo, sino más bien la convicción de que un día Guatemala será el país que nos dé una eterna primavera.

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