Ingrid Julissa De La Paz
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Estudiante de Contaduría Pública y Auditoría / Ciencia Política con especialidad en Análisis Político
Noviembre ha pintado nuestro cielo con atardeceres hermosos, colores que reflejan la esperanza y los desafíos que marcan este momento crucial para nuestra nación. Nos encontramos a pocos días del cambio de gobierno, un período que nos invita a reflexionar sobre el pasado, enfrentar el presente y vislumbrar el futuro que anhelamos.
Este nuevo gobierno no surgió simplemente como una transición más. Fue el resultado del menosprecio y la exclusión que como jóvenes experimentamos. Fuimos despreciados y excluidos del diálogo político. Pero demostramos el poder que tenemos como generación. Ahora, nadie nos quitará nuestra voz. Somos una generación valiente que, después de mucho tiempo, ha decidido darle la vuelta a la política tradicional.
La transición entre los gobiernos de Alejandro Giammattei y Bernardo Arévalo ha sacudido la democracia guatemalteca como una tormenta que despierta a la naturaleza. La incertidumbre y las tensiones políticas nos han dejado, especialmente a la juventud, al margen de las decisiones cruciales que moldean nuestro futuro colectivo.
Pero en medio de estos desafíos, surge una oportunidad para un cambio significativo. Una oportunidad que la juventud guatemalteca no puede dejar pasar desapercibida.
Es imperativo que este nuevo gobierno no solo prometa, sino también demuestre un compromiso real con la democracia y la participación ciudadana. Nuestras voces deben resonar en los pasillos del poder y ser tomadas en cuenta. Este período de transición debe ser un catalizador para una mayor inclusión de la juventud en el diseño y la implementación de políticas.
Este camino hacia el futuro exige la construcción de puentes, no muros. La colaboración y el diálogo entre el gobierno y la juventud son esenciales. La transparencia en la toma de decisiones y la rendición de cuentas son fundamentales para restablecer la confianza en las instituciones.
Nos enfrentamos a desafíos, pero también a oportunidades para transformar la adversidad en progreso. La juventud guatemalteca espera un gobierno que nos vea como socios en la construcción de un futuro más justo y próspero. Nuestra voz es poderosa, y juntos podemos desafiar la tormenta para forjar un camino hacia una democracia más fuerte y participativa.
¡El futuro está en nuestras manos bajo este cielo de cambio!