Por: Raul del Valle
“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.”
Pablo Neruda
El 20 de agosto de 2023 quedará marcado en los libros de historia como la fecha en la que se desarrolló la elección más observada, monitoreada e importante de la “era democrática” en Guatemala.
Millones de guatemaltecos y guatemaltecas acudieron a las urnas con entusiasmo y esperanza, aun cuando muchos viven día a día diferentes circunstancias adversas como dificultades laborales, problemas de salud, complicaciones en el ámbito académico, limitantes económicas, diferencias familiares, incertidumbre, preocupación o múltiples dilemas.
Pero el hecho que hayan estado presentes y hayan manifestado su voluntad pinta un nuevo panorama para la realidad de todos. Abre la puerta a que empiecen los cambios necesarios en el sistema que faciliten las condiciones para que esas circunstancias adversas, mencionadas antes, puedan mejorar.
Al final no fue el triunfo de un partido, un logo o un color, fue el triunfo de toda una nación. A pesar de que muchos no hemos podido celebrarlo, el corazón se llena de ver la alegría con la que muchos otros sí pudieron hacerse presentes en una verdadera fiesta. Una digna representación de la unidad que necesitamos para ver los cambios necesarios en el país.
Por tanto tiempo hemos sentido como sociedad que vamos en picada, y nada nos detiene, que la corrupción corroe a una velocidad impresionante todo lo que existe y que la división fractura nuestro tejido social. Pero ahora tenemos una oportunidad de redención, de levantar la cabeza, limpiarnos las rodillas después de la caída, ponernos de pie e ir a caminar juntos como patria.
No será fácil. Es apenas el principio de muchas cosas buenas que vienen para Guatemala. Pero no debemos olvidar que Guatemala no podrá estar bien si nosotros como individuos tampoco estamos bien. Debemos priorizar nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra paz para compartirlos luego. De lo contrario, solamente generaremos un desgaste que potencialmente nos lleve a una recaída.
La inspiración para construir grandes cosas puede venir de diferentes fuentes. En la naturaleza la primavera también se inspira de las nubes grises que cargan lluvia. La sabiduría se construye también tomando nota de los aspectos que no son positivos, lo que nos carga, lo que nos incomoda, lo que no nos permite sentirnos en paz o nos roba la paz.
Hilar el contexto nacional con lo que siento en el corazón está siendo más complejo de lo que esperaba. Pero siento un profundo compromiso de plasmar a través de estas palabras un sentimiento de confianza e ilusión en la oportunidad que tiene el país, en las circunstancias que actualmente vivimos y en las personas que me rodean.
Desde el cierre total que provocó la pandemia del COVID-19 empecé a escuchar una frase que me resuena cada vez más: “nadie la está pasando bien”. Cada uno de nosotros en nuestra individualidad atraviesa diferentes circunstancias, lo cual me hace regresar al tema de la primavera. No todo es perfecto, hay lluvias, hay viento, pero lo que viene después es hermoso, campos llenos de flores, las mariposas saliendo de sus crisálidas, el viento acariciando el cabello y el sol luciéndose en lo más alto.
El sistema político, la sociedad, el egoísmo, la avaricia y muchos otros elementos nos han hecho sentir como a una flor que le arrancan lenta y perversamente cada uno de sus pétalos. Y me temo que muchos hoy no nos acompañan producto de tantos años viviendo así. Pero en su honor y en su memoria debemos florecer nuevamente, enderezar el tallo, tomar los nutrientes del sol y de la tierra.
Estimados lectores, cada uno decide con quién y por quien florecer. Yo, en lo personal, como lo mencioné en mi anterior columna, tengo un par de ojitos cafés con los que quiero germinar, por los que quiero crecer y florecer hasta llegar a ser primavera.