Esvin Elías Talé
Joven maya k´iche, estudiante de Trabajo Social, columnista, comunicador y defensor de derechos humanos.

Guatemala es un país que a lo largo del tiempo ha sufrido mucho. Ha habido etapas violentas al igual que procesos de avance. Una responsabilidad que recae directamente sobre el jefe de Estado, que tiene la potestad de mejorar o empeorar las condiciones de la población.

La teoría de aprendizaje observacional de Albert Bandura indica de qué manera los niños y adultos adquieren conocimiento a través del simple hecho de “observar”. El ser humano es capaz de imitar acciones que ve reflejado en otros; y en este proceso la familia juega un rol importante.

Por tanto, para las próximas elecciones debemos ser conscientes que los hijos de aquellos que han tenido el poder pueden replicar lo mismo o accionar de manera distinta. No es posible realizar juicios precisos. Además, cada candidato a cargo popular no debe ser apoyado o discriminado por algo que no pudo elegir, como es su “apellido”.

Los señores José Efraín Ríos Montt y Juan José Arévalo Bermejo fueron dos personajes que marcaron a Guatemala de distinta manera y luego de varios años los hijos quieren obtener el poder y su discurso se basa en aquello que sus padres realizaron. La teoría Bandura es clara al indicar cómo nuestras acciones, comportamientos e ideología se obtienen por medio de nuestro entorno. Ya lo decía el poeta austríaco Rilke “La verdadera patria del hombre es la infancia”.

Los hechos realizados por los candidatos son mucho más importantes que su ascendencia. Ciertamente, la teoría de aprendizaje social nos brinda una noción científica de lo que puede suceder con ellos frente al poder, aun así no existen garantías de nada. Lo cierto es que Guatemala no necesita más politiqueros con discursos populistas. Necesita políticos íntegros, honrados, transparentes y capaces que puedan dirigir al país a un Estado de derecho sólido y real.

Recordemos que la política no es un negocio familiar. Resulta indebido aceptar o rechazar a un candidato por su color de piel, idioma, ideología o ascendencia familiar. Pero, lamentablemente, los hijos, sobrinos, primos o hermanos de los políticos actuales o pasados, quieren adentrarse en una carrera política porque acceder al gobierno implica “mejorar su estatus de vida”.

Los cargos públicos se han convertido en vías para enriquecerse lícitamente y firmar contratos millonarios sin miedo a ser cuestionados. Los políticos han dejado de ser servidores que se deban al pueblo, para pasar a ser trabajadores que se deben a patrones que en su momento pagaron su campaña electoral. De un momento a otro, el “servicio a la patria” se ha perdido. La única motivación para entrar en política es obtener el poder para luego saquear los recursos del pueblo.

Razonemos, cuestionemos y propongamos ideas de cambio y mejoras para el país. Seamos capaces de investigar y no dejarnos manipular por los medios que polarizan la realidad. Solo la crítica constructiva y las propuestas nos ayudarán a salir del subdesarrollo eterno en que estamos. Por nuestro bien y el bien de los demás informémonos y compartamos la importancia que implica tener autoridades nuevas frente al poder.

 

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