Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Estamos a escasos días de las elecciones más accidentadas de la historia del país y todas las miradas se centran en el domingo, día del evento electoral, porque es necesario que la jornada transcurra sin problemas y los datos se trasladen y publiquen reflejando la intención de los votantes, sea cual sea.

Pero una realidad y salvo una megasorpresa de esas que dejará muchas dudas, es que los candidatos que pasen a la segunda vuelta no tendrán mayoría en el Congreso de la República y eso genera complicaciones y oportunidades a la vez.

Complica a quien termine ganando en una eventual segunda vuelta el 20 de agosto porque significa que tiene que ir a negociar con los miembros de un Congreso en el que cada vez más, el crimen organizado tendrá más influencia y poder.

Toca negociar con gente que, en su mayoría, “invirtió” millones para llegar y quiere a puro tubo lograr con obras, controlando instituciones y otros negocios recuperar lo que haya gastado y eso hace que las discusiones se centren en dinero y poder y que las necesidades de la población queden relegadas.

El próximo Presidente sabe que pueden llegar a ser cuotas y formas de extorsión muy especiales, como aquellas en la historia que han terminado provocando que algunos disuelvan Congresos enteros porque se pierden las maneras solo pensando en cómo quedarse con en el dinero de la gente y los negocios que solo son beneficiosos para quienes están en el círculo de confianza.

Pero esta realidad también puede abrir, por pequeña que sea, una ventana de oportunidad si como sociedad logramos alcanzar uno o dos acuerdos. Miembros del sector privado, del sector social, indígena académico, religioso, etc. tienen la posibilidad de ponerse de acuerdo por el bien de todos y aprovechar estos momentos en el que las intensas negociaciones en una transición tan larga generarán un vacío de poder.

Todos los que están en las contienda saben que el modelo de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez rinde sus frutos. Controlar todas las instituciones hace a un Presidente un totalitarista tipo Daniel Ortega sin tener el rostro del Presidente nicaragüense pero este Gobierno no lo consiguió todo desde el inicio.

Los pactos que se tienen que hacer no pasarán de la noche a la mañana y las mafias están muy voraces, lo que hará que las negociaciones con los operadores del poder de turno se vuelvan más complicadas. El Ministerio Público (MP), el Organismo Judicial (OJ) y la Corte de Constitucionalidad (CC), además del Congreso, son los principales frentes que enfrentará el nuevo Gobierno.

En esas aguas tan turbias todo puede pasar. Claro que eso genera un riesgo pero también una oportunidad para que por primera vez en la historia democrática del país podamos alcanzar acuerdos que nos permitan trazar una hoja de ruta y hacer un pacto social que nos permita operar de manera conjunta con todos aquellos que están cansados de lo mismo, que entienden y que quieren algo mejor para Guatemala.

Tras ver el desastre electoral y ver la manera en la que se sigue manipulando la justicia, creo que ahí podemos tener dos temas que tendrán amplio consenso y que nos pueden servir de punto de partida.

No podemos llegar a las elecciones del 2027 con las mismas reglas y no podemos aspirar a que se genere inversión suficiente con tanta falta de Estado de Derecho.

En medio de toda crisis, hay oportunidades. Los vicios siempre dan opción a mejorar y eso es lo que tenemos enfrente, esta vez como sociedad no podemos fallar porque se nos van acabando los cartuchos y Guatemala y su gente, en especial los niños, merecen mejor.

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