Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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@ppmp82

Uno de los grandes misterios a resolver es la razón por la que tan poco guatemalteco se ha empadronado en Estados Unidos para ejercer su voto en las elecciones generales.

Se estima que al menos 2.8 millones de connacionales viven en el norte, pero solo  90,845 podrán ejercer su voto, eso es solo el 3.24% del cálculo que a ojo de “buen cubero” tienen las autoridades.

La cantidad de empadronados es mínima, no solo en relación a la cantidad de personas que están en Estados Unidos sino también en función de la cantidad de remesas que reportan las autoridades guatemaltecas y que cada año han ido en aumento.

Hay quienes aseguran que el guatemalteco no se olvida de su gente y de su país, pero ha entendido que el sistema no está para apoyar a la gente trabajadora y honrada en la misma dimensión que “facilita la vida” para aquellos que se meten a hacer negocios con el dinero del Estado.

Ese “entendimiento” explicaría la razón por la que los migrantes no se involucran en las elecciones pues estiman que gane quien gane, las realidades que los hicieron migrar, no cambiarán sustancialmente.

Por el otro lado, algunos expresan que los esfuerzos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pasado y presente, son demasiado escasos o en otras palabras hacen acciones pero casi que rogando que no los encuentren. Si para procesar la data en Guatemala hay complicaciones, asumo que les aterra pensar cómo harían con una participación masiva en Estados Unidos.

Muchos de los partidos meten de excusa que tendrían que hacer campaña en Estados Unidos y mandar fiscales para “cuidar el voto” y que por eso es mejor solo centrarse en Guatemala. Por eso me hizo el sentido la publicación de alguien que dijo algo como “interesan las remesas, pero no el migrante que las genera”.

Un país cuya economía de consumo se ve empujada por las remesas de aquellos que toman riesgos, largos caminos y hasta dos o tres trabajos, no puede casi que cerrar las urnas para quienes han salido, pero a los políticos en el poder no les interesa que el migrante tenga expresión en las urnas.

El migrante que vive en primer mundo es alguien con más conciencia que el ciudadano que vive las realidades del interior del país y ese nivel de conciencia es el que le aterra a los políticos porque saben que si el padrón crece un millón, al menos, las cosas se pueden sacudir en Guatemala y tendrían que hacer campaña de verdad en Estados Unidos.

Algunos de los “líderes” migrantes lo que han hecho es abrirse espacios políticos para ellos y cuando terminan electos le dan la espalda a la comunidad, pues la miel del poder y de los negocios es tanta que la gente sale sobrando. Si no me cree, vea los casos de Marcos Yax y Carlos Roberto Calderón por citar solo dos ejemplos.

Cuando los ciudadanos más comprometidos hablen de las reformas electorales, será imperativo que encontremos las maneras en las que el guatemalteco en Estados Unidos pueda tener una voz en las urnas, el padrón crezca sosteniblemente, los centros de votación sean accesibles y el traslado de la data segura.

Es lo menos que podemos ofrecer a quienes aportan tanto a sostener la economía nacional, junto con el esfuerzo de muchos aquí en Guatemala.

 

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