Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

post author

 

Pedro Pablo Marroquín Pérez

En una columna pasada expresé lo que pienso de la presidencia de Alejandro Giammattei y he señalado con franqueza lo que considero ha sido gran parte de su ejercicio en el poder. No solo llegó a fortalecer el sistema, si no a controlarlo de principio a fin y con ello la corrupción y la impunidad volvieron a ser la norma.

La macroeconomía del país sigue sólida, la micro necesita atención urgente pero lo primero le ha bastado para lavar cara ante muchos sectores y se ha repetido lo mismo que se dio en Nicaragua: el dulce se lo han tragado y con eso Giammattei y el Jefe de Jefes tuvieron un cheque en blanco para hacerse de lo que quisieron.

Y habiendo acumulado tanto poder, ahora es natural que no lo quieran perder y por eso es que los temas de la salud del Presidente los han querido manejar como un secreto de Estado porque temen que, al saberse la verdad, el poder se pueda diluir como agua entre las manos.

Humanamente no le deseo el mal al Presidente, creo que ha sido nefasto pero no me alegro de las penas ajenas y el día que lo haga, dejaré de tener solvencia para educar a mis hijos sobre las mismas bases que nos han educado a nosotros.

Dicho lo anterior, considero que la salud de un Presidente es un asunto que trasciende la esfera privada. Todo funcionario sabe que cuando se mete a roles públicos, la privacidad queda comprometida y más cuando estamos hablando del más alto cargo dentro de la administración pública.

Por mucho que se cuiden mil y una formas la información siempre termina fluyendo. En La Hora somos responsables y por eso no hemos publicado la información que nos ha sido proporcionada por al menos 5 fuentes con conocimiento pero sin los sustentos documentales; pero consideramos que la Presidencia debería tomar la iniciativa de informar con la verdad porque es un derecho de los ciudadanos saber qué pasa con sus autoridades.

El Presidente pensará que al decir la verdad le puede pasar lo que le sucede a todos los políticos el 14 a las 14, es decir, ya la gente no se les “cuadra” como antes ni se amilanan cuando les “saque la madre”, pero las maniobras de estos momentos para “asegurar poder” pueden ser muy peligrosas para el país y el proceso electoral mismo.

Si algo pasara con el Presidente, el Jefe de Jefes queda en una muy comprometida posición porque ahora todos se les cuadran pero una vez su nexo de poder quede comprometido, sentirá que hasta Estados Unidos lo reclamará en un dos por tres o hasta Consuelo Porras se anima a hacer algo con tal de lavar una cara que se ha ensuciado por su propio gusto.

La Constitución establece un camino muy claro en caso algo le llegara a pasar al Presidente y por eso, sin morbos, amarillismos y sensacionalismos es necesario que se informe el verdadero estado de salud del mandatario.

Ya hemos empezado a ver movimientos electorales que apuntan que el Jefe de Jefes está planeando más allá del Presidente y si ese es el caso, incidirán más en el rol del Tribunal Supremo Electoral (TSE), la Corte de Constitucionalidad (CC) y estará en juego nuestra frágil democracia que, lejos de matarla, debemos fortalecerla.

Artículo anteriorLa granja de Orwell y el ojo del gran hermano
Artículo siguienteCaso La Línea: Pérez Molina y Baldetti afirman no tener dinero para pagar multa de Q18.3 millones