Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82

Robert Guest, editor Internacional de The Economist hablaba de Vladimir Putin y lo que está ocurriendo, pero la expresión que usó se aplica para el mundo entero.

Por razones de trabajo me encuentro en Londres y tuve la oportunidad de escuchar a Guest quien acostumbra dar charlas para los CEO’s de grandes compañías y en esta ocasión le tocó dirigirse a un grupo de abogados de 60 países del mundo.

Y aunque la plática se centró en la geopolítica y la realidad de lo que ocurre en el mundo con el conflicto de Rusia y Ucrania, fue imposible no escuchar lo que se estaba abordado y compararlo con las situaciones que estamos viviendo en Guatemala, en la que dos personas, una más que otra, están concentrando poder que resulta demasiado peligroso para aquellos que desean hacer las cosas bien.

El Presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei tiene el poder formal y las acciones de muchas personas le ha permitido controlar instituciones, pero el poder real parece tenerlo Miguel Martínez, ex jefe del Centro del Gobierno y pieza clave en el esquema del mandatario.

Guatemala no ha sido ajeno a esa realidad. En el Gobierno de Álvaro Colom la gente se sentaba con él pero sabían que si Sandra Torres no daba el visto bueno, no se movía la hoja de un árbol. Personas que tras ir con el Presidente debían volver a tener la reunión con Sandra abundan por los miles.

En el Gobierno del Partido Patriota, Otto Pérez Molina tenía más control formal, no era tan dominado como Colom en público, pero al final quedaba supeditado a lo que Roxana Baldetti quería al punto que tiró todas las oportunidades que tuvo para “salvarse” y componer el sistema, solo por no dejarla a ella sola.

Pero ni Colom ni Pérez tenían tanto control sobre las instituciones y eso es lo que hace diferente el rol de Giammattei y de Martínez. Recuerden ustedes que cuando el ex Jefe del Centro de Gobierno puso un píe en el Congreso lo hizo acompañado de la Secretaria Genera de la Presidencia en aquel momento, Leyla Lemus y no les debo recordar que ahora ella es la que manda en la Corte de Constitucionalidad (CC).

Con la CC abordo, solo les queda asegurar que el Ministerio Público (MP) siga siendo su tapadera y sirva para ir tras, entre otras cosas, quienes ellos estimen necesario para que la consolidación del poder sea sin mayores problemas.

Por eso es que los guatemaltecos que desean hacer las cosas bien, los empresarios que desde la honradez logran tantas cosas, quedan supeditados a quienes están ejerciendo el poder formal y real en Guatemala.

Hay mucha explicación de por qué Giammattei y Martínez fueron empoderados por varios y ahora que ya tienen el control se dan cuenta que quienes los encumbraron están “cuasi arrodillados”, expuestos a sanciones y sabiendo que les toca convivir con cosas que, quizá, ya no se comparten pero como ya empeñaron su palabra tiene poco margen de maniobra.

Afortunadamente, son los menos y ahora es cuando resulta necesaria la cohesión e involucramiento de todos aquellos que entienden el rumbo que llevamos.

Pensar que en estas condiciones, las urnas del 2023 permitirán enderezar el rumbo es iluso porque al controlar la CC -quienes ejercen el poder- podrán incidir en qué partidos participan, qué candidatos y por qué no, hasta en los resultados mismos.

A ver si por fin guatemaltecos de diversos sectores tienen la capacidad de trazar una agenda común que nos permita trabajar y salir adelante.

Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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