Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Como el libro de Gabriel García Márquez, los guatemaltecos estamos siendo testigos de toda una serie de maniobras que le aseguran el poder total a Alejandro Giammattei y Miguel Martínez, personajes que tienen el control absoluto.

Salvo la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) que aún les falta, pero que en breve la tendrán en el haber, lo controlan todo de principio a fin: la Corte de Constitucionalidad (CC), el Ministerio Público (MP) y sus fiscalías en pleno, el Congreso de la República, el Organismo Judicial (OJ), el Juzgado de Mayor Riesgo que más querían, la Contraloría General de Cuentas (CGC), la Procuraduría General de la Nación (PGN) y por supuesto el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y en este último están poniendo un especial énfasis.

En el último cuatrimestre del año pasado, Giammattei había perdido el control del Congreso, pero encontraron la forma de retomarlo a base de pago por votos y lograron los mecanismos para hacer llegar el efectivo a los diputados. Todo empezó con el pacto de la Junta Directiva y el Presupuesto que pasó por la ampliación de los Q3 mil millones que termina con el préstamo de los US$500 millones.

Tener a su amiga en el MP, la que le hace Porras y les da Consuelo a los Ángeles de la Impunidad, les ha permitido regresar a las viejas mañas de dinero para pagar burdamente los votos y como se han dado cuenta que ahí están los resultados sin ninguna consecuencia legal, ahora están en plenas maniobras para asegurar que en las elecciones del 2023 solo participen aquellos que se les cuadren al 100.

Martínez ha venido operando de forma principal, reclutando candidatos y dando los mensajes sutiles: el que no se alinee con lo que desee el régimen está en riesgo de no participar en las próximas elecciones y sabe que tiene muchas formas de lograr la no inscripción de candidatos.

Hay quienes dicen que Giammattei se la cantará a Zury Ríos, Sandra Torres y que no habrá tales de mujeres en las papeletas. Recuerden que controlan CGC lo que hace que los finiquitos vayan a ser la excusa, como ya fueron en el 2019, y si en algo no se ponen firmes los magistrados del TSE, estará la CC bajo el férreo mando de Leyla Lemus.

Hay que recordar que la única vez que Miguel Martínez puso pie en el Congreso fue acompañado de Lemus. En el Gobierno no se movía una hoja sin que la ahora magistrada de la CC diera el visto bueno y ella, junto con Martínez, son el  verdadero poder tras el trono.

Y por eso dije en el titular de esta columna que estamos ante la crónica de una toma anunciada. No hay oposición coherente y capaz de lograr algo, no hay sociedad con la habilidad de articularse y los candidatos que quedarán fuera no tendrán la capacidad de unirse y decir ya basta del manoseo.

Giammattei y Martínez se han puesto la meta de incidir en las próximas elecciones, en los 4 y 8 años que vienen y ahora se la están jugando al todo por el todo. Saben que de lo que ahora hagan depende todo su plan.

Por eso es que ven la elección de Fiscal General como la visa de impunidad pero también como el salvoconducto del control total. Los que han apoyado a Giammattei y Martínez no tienen idea de lo que han creado y cuando quieran levantar las manos para decir “pío” será demasiado tarde.

Hay una pequeña ventana pero sin articulación y propuesta la suerte está echada. Si no hay unión para reclamar elecciones en las que la gente decida en las urnas, el dúo Giammattei Martínez se asegurará control como Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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