Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Sostener lo insostenible tiene sus consecuencias. Pasó en Nicaragua y lo explicó tan bien Carlos Fernando Chamorro pues algunos en el vecino país se hicieron de la vista gorda mucho tiempo con el afán de tener una “estabilidad económica” que luego se escurrió como agua entre las manos.

Y lo mismo nos está ocurriendo aquí. Siempre he dicho que aquí las cosas se van a poner peor antes que empiecen a mejorar pero fallé en el tiempo en el que se iban a ir dando los hechos en el país. A todo el manoseo de las instituciones, a todo el control que se hace de los poderes del Estado, el Ministerio Público (MP), las cortes y la Contraloría General de Cuentas (CGC), se nos suma un factor: la violencia.

Todos los días debemos lidiar con hechos de corrupción, opacidad en el manejo de los recursos y los guatemaltecos empiezan a sentir, cada día con más fuerza, los efectos de la impunidad que se han vuelto en la norma y no la excepción.

Y a estas acciones que afectan la vida cotidiana, la vida en familia y los negocios, ahora debemos sumarle la violencia. Se están dando hechos violentos que además de causar dolor, mandan fuertes mensajes a una población que empieza a sentir el miedo y la preocupación de antes. Me decía un amigo que según datos, hay mayor incidencia de las extorsiones también y eso no solo afecta la mente sino el bolsillo de manera directa.

Y ante todo lo que pasa, es increíble que el presidente Alejandro Giammattei sigue empecinado pensando en él y lo que decidió fuera de su Centro de Gobierno. Regañando gente y diciendo que él necesita estar consolidado en el poder para hacer una “buena” elección de Fiscal General. Tiene razones para reclamar porque, por ejemplo, los votos en el Congreso de quienes fueron miembros del pacto oficialista que se han bailado, se la van a poner más caros. En otras palabras, perderán la Presidencia del Congreso.

Pero, una cosa es lo que Giammattei quiera imponer y la otra es la que muchos guatemaltecos pensantes, algunos de ellos parte de grandes empresas que generan mucho empleo en el país, vayan a hacer en medio de este deterioro que va como tren de alta velocidad.

Si los ciudadanos somos capaces de sentarnos a dialogar, debatir y alcanzar acuerdos, Giammattei y Consuelo Porras tienen un margen más reducido de acción y ya no tendrían la cancha tan libre como lo hacen ahora que no sienten la presión social. No es que no haya descontento, es que tanto él como ella, están usando sus herramientas para asustar a la gente.

Casos en el MP y situaciones que dependen del Ejecutivo son algunas de las condiciones que imponen Porras y Giammattei para asegurar que siga existiendo una sociedad consciente pero fraccionada. Saben que si no hay articulación, la sociedad no termina de ver la luz al final del túnel y por eso hacen fuerza y mucha para evitar los acuerdos.

Y si a ese factor, ahora le sumamos la inseguridad ciudadana, estamos frente a la tormenta perfecta, la que necesita el sistema para consolidarse y quienes operan los negocios para sentirse tranquilos. Dejar que la violencia escale siempre es bueno para las mentes perversas que el día de mañana querrán quitar a alguien del camino y tirarle el muerto a la “delincuencia común” siempre es una opción asequible.

Vamos a más de 100 kms por hora y si no abrimos los ojos, solo sentiremos que pegamos en el muro que nos imponen. Urge que abramos los ojos para construir, para proponer, para debatir pero siempre con el afán de alcanzar acuerdos.

Ladinos e indígenas, empresarios y trabajadores, gente en lo urbano y en lo rural nos debemos poner de acuerdo, porque de lo que hagamos depende nuestro futuro.

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