Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Quienes ejercen las riendas de los regímenes totalitarios del mundo han venido dando, de tiempo en tiempo, recetas que se vuelven elementos que no pueden faltar en los esquemas de quienes terminan controlando sistemas en los que la poca institucionalidad es la norma.

Una vez debilitada la institucionalidad de un país, los operadores de la impunidad se ponen manos a la obra para sacar la mejor raja y cuando hacemos un repaso de algunas de las infaltables acciones, vemos que los caudillos de la corrupción se han venido centrando en controlar los elementos clave de la justicia: Ministerio Público (MP) y cortes del país.

Si un mandatario se asegura que el Fiscal General del MP no moverá un dedo en su contra, que le quitará a los fiscales que resulten incómodos y que le dará un certificado de buena conducta para que lo enmarque en su despacho, el Presidente de turno se asegura que los negocios más importantes de él y los suyos quedarán siempre bien resguardados en la caja fuerte de la impunidad.

Si hay MP aliado, tener el control de las cortes del país es un doble seguro de tranquilidad para quienes hacer del mal uso del dinero de la gente es un deporte nacional y en ese contexto es que debemos entender las reuniones de Alejandro Giammattei con Consuelo Porras y Silvia Patricia Valdes, lo que el Presidente pactó con Gustavo Alejos para asegurar la no elección de cortes y las manos que metieron para elegir a magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC).

Y cuando uno ve la entrevista del sábado en CNN en Español , se entiende la importancia que tiene para un Presidente el tener a SU FISCAL. Comprendida la dimensión del beneficio para el político, la pregunta es ¿cuál es el impacto para el honrado, el ciudadano común, el empresario, el indígena, que lucha todos los días para que las huestes de la impunidad no les afecten?

Empoderado por las mieles de impunidad que ofrece Consuelo Porras, Giammattei se ha centrado en hacer negocios, en querer tapar el sol con un dedo, en defender a quienes le dan esa impunidad en paz y se ha olvidado de gobernar. Lo malo es que nos queda más de dos años de régimen y la pregunta es hacia donde nos terminará llevando.

Hay quienes insisten que es momento de somatar la mesa a Estados Unidos, mirar hacia otros mercados (China), trabajar con otros aliados (Rusia) porque esos no andan preocupados si era alfombra, tapete o qué y asegurar que en el MP solo hayan fiscales que sigan órdenes para que, además, el ente investigador no solo ofrezca tranquilidad si no que sirva de brazo represor contra aquellos que no se alineen al régimen.

Y los ciudadanos tenemos que decidir si esta mancuerna Giammattei-Porras va a servir de excusa, por miedo a la represión, para no ponernos de acuerdo o nos va a servir de “inspiración” para obligarnos a encontrar los puntos de encuentro y poder trazar una ruta de país que toque fibras al sistema.

Elegir diputados por nombres y no por listados, reformar la justicia con miras a darle independencia a los jueces honrados, trabajar para que el sistema de compras y adjudicaciones sea garantía de agilidad y transparencia y luchar porque el trabajar en el Estado sea un honor que ahonde en la cultura de servicio, deberían ser mínimos que cualquier chapín comprometido no debería rechazar.

Giammattei dijo que no quería ser recordado como un “hijo de puta más en la historia de este país” y se ha esmerado para ser uno bien especial que nunca olvidaremos porque está cruzando líneas impensables ante el silencio de muchos que ya entendieron los riesgos, que saben lo que necesitamos pero a los que el miedo a la represión les sigue dominando.

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