Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El 15 de Septiembre del 2021 marca 200 años de nuestra historia y una fecha como esta da para todos los gustos. Hay quienes expresan que no hay nada que celebrar y otros que los 200 años son lo mejor que nos ha pasado y creo que ni unos ni otros llevan la completa razón.

Cuando vemos la realidad del país, cuando nos damos cuenta que hemos dejado a mucha gente atrás, cuando estudiamos los índices de desarrollo humano, cuando vemos los círculos generacionales de la pobreza, cuando vemos realidades en lo rural, cuando el guatemalteco vive preocupado de no ser presa de la impunidad y la corrupción, sin duda que no hay mayores motivos para celebrar.

Pero cuando vemos que a pesar de todas las dificultades, seguimos teniendo guatemaltecos que no se dan por vencidos, que siguen luchando día a día contra viento y marea, que siguen empujando a este país desde aquí en Guatemala o desde Estados Unidos con un trabajo honrado, de sol a sol, sí que sentimos motivos para valorar el que la gente no se rinda y nos obliga a trabajar más duro para sentar las bases de lo que deseamos que sean los próximos 200 años.

Lo que ha pasado es que la gente ha perdido ilusión en el futuro y eso es lo peor que le puede pasar a una sociedad que necesita reencauzar su camino para que el fruto de su esfuerzo se materialice en mejoras que sean sostenibles en el tiempo.

Encarar la realidad de este país implica empatía porque debemos ser capaces de ver las realidades desde las distintas ópticas y este proceso es necesario porque si no somos capaces de vernos en el espejo del otro y entender nuestras diferencias, lograr los acuerdos será muy difícil porque se generan burbujas muy difíciles de penetrar para bien.

Desde la Independencia hemos aprendido a ser “desconfiados” porque desde ese momento predominaron las agendas ocultas y esa tónica ha marcado nuestro camino social a lo largo de los años y han existido eventos a lo largo de dos siglos que han ayudado a acrecentar las dudas más que cerrar las brechas de la desconfianza.

Habiendo tanta impunidad, sabiendo que el honrado la tiene tan difícil, sabiendo que hay tanta gente que se quedó atrás, que hay muchas comunidades en pleno olvido y que hay muchos niños en condiciones que no quisiéramos para nuestros hijos, los motivos de celebración no abundan y por eso yo digo que más que celebrar, el 15 de septiembre debe ser una fecha de asumir compromisos.

Es como celebrar a las madres un día cuando los 364 restantes no valoramos lo que hacen o con actos no acordes demostramos lo que realmente sentimos y lo mismo pasa con la Independencia, pues habemos muchos que desearíamos celebrar que tenemos una justicia Independiente, un Sistema que no controlan las mafias y sus aliados particulares, un Ministerio Público (MP) que no responde a los que desean infundir terror e impunidad, por citar algunos ejemplos.

Debemos celebrar plena independencia cuando nuestros políticos no sean producto del dinero que se mete a las campañas y de los listados que se confeccionan para tomar por asalto el Congreso, ente que luego elige con todo y pactos a quienes nos deben “impartir justicia”. Seremos independientes cuando el Ejecutivo deje de ser un enorme centro de gestión y operación de negocios.

Insisto, si solo nos centramos en la realidad diríamos que no hay mucho que celebrar o hay más motivos para llorar que para celebrar, pero si nos enfocamos en el ser, en los guatemaltecos que nos enseñan, que se levantan cueste lo cueste y sin importar el camino, sí que sentiremos deseos de valorar el esfuerzo y encontraremos los motivos para seguir adelante.

Si nos libramos de tanto tiburón, de tanta mafia, de tanto mañoso, lograremos independencia de tanta lacra que representa un lastre para millones de honrados, que luchan, que se esfuerzan desde los diversos sectores del país y que son los que tienen a Guatemala de pie.

Su lucha, sin rendirse, sí que es motivo de celebración y compromiso futuro.

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