Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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En el oficio periodístico se valora mucho la primicia y tanto los periodistas como los medios de comunicación se afanan por ser los primeros en publicar una noticia y a veces eso se realiza sin comprobar la veracidad de la información que se está trasladando al público. En La Hora trabajamos para brindar lo más pronto que sea posible la información de relevancia que merecen nuestros lectores, pero siempre dando prioridad a la confirmación de la absoluta veracidad, sobre todo en esta era digital, cuando ya no ocurre aquello de que había que esperar a completar una edición para imprimir los ejemplares o ni esperar que llegue la hora del noticiero para hacer la publicación, porque la inmediatez de internet y las redes sociales plantea una realidad totalmente distinta.

Eso nos ocurrió la semana pasada cuando en horas de la madrugada del día 15 de julio recibimos la supuesta lista Engel, supuestamente elaborada por el Departamento de Estado en la que, por disposición legal, se incluyen personas vinculadas con la corrupción que comprometen la democracia en países centroamericanos. El documento estaba perfectamente presentado y a primera vista debía suponerse que era ya la versión oficial que se había anunciado, precisamente, para mediados del mes de julio.

La tentación de darlo a conocer tal y como llegó a nuestros buzones de correo electrónico o a algunos chats era muy grande, pero, siguiendo nuestra elemental norma, se pidió la confirmación oficial de la lista al Departamento de Estado, haciendo consultas en la misión diplomática de Estados Unidos y con otras fuentes que pudieran corroborar el contenido recibido. Lo que encontramos fue un profundo silencio y empezamos a ver que la “lista” ya estaba publicada en algunos medios y circulaba profusamente, dando lugar a numerosos comentarios respecto a las personas que aparecían en la misma. Horas después se dijo que la lista no era oficial y que no había sido publicada por el Departamento de Estado.

La corroboración de los hechos que se van a publicar siempre es algo de enorme importancia, sobre todo cuando se trata de preservar la credibilidad de un medio de comunicación y en las condiciones actuales, cuando la prensa se encuentra bajo asedio de quienes pretenden precisamente destruir su credibilidad, es mucho más exigente ese requisito que se debe siempre anteponer al afán por llevarse una primicia, por ser el primero en brindar determinada información.

Cuando se publique la lista oficial la haremos pública como debe ser, sobre todo tomando en cuenta el significado que la misma tiene en términos de desnudar nuestra realidad que se ve empañada por la forma en que se puso a la justicia al servicio de la corrupción, no solo para garantizar impunidad a quienes saquean los fondos públicos, sino para castigar a los que de alguna manera critican esa grave hegemonía que tienen las mafias en el control de todas las instituciones nacionales, lo que significa que aquí ni siquiera se dará un señalamiento en contra de alguien que incurra en delitos y, por lo tanto, la relevancia de lo que significa ese listado es mucho mayor.

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