Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Cuando en el año 2018 Madeleine Albright, la primera mujer que desempeñó el cargo de Secretaria de Estado en Estados Unidos, publicó su libro “Fascismo: una Advertencia” hizo no sólo una descripción de lo que fue esa forma de autoritarismo en el siglo XX sino detalló con precisión la forma en que a partir del arribo de Benito Mussolini al poder se fueron destruyendo las instituciones fundamentales del modelo democrático para centralizar todo el poder en un régimen despótico que no respetaba la ley ni mucho menos la justicia que era utilizada, finalmente, como instrumento al servicio de la dictadura.

El libro vale la pena leerlo porque es escrito por una mujer que sufrió mucho durante los años de la Segunda Guerra Mundial porque su familia tuvo que salir de su natal Checoslovaquia pues, siendo judíos, estaban en la mira del autoritarismo Nazi que en cuanto a prácticas políticas no se diferenciaba mucho del existente ya en Italia. Pero sobre todo porque es una académica seria que se abrió paso en la vida como resultado de sus conocimientos y preparación que la llevaron a dirigir la política exterior de Estados Unidos en las postrimerías del siglo pasado.

Y cuando uno ve cosas como el manoseo que se hace de Dios y el uso y abuso de la demagogia como instrumento para alcanzar y mantener el poder, entiende mucho de lo que nos está ocurriendo aquí, donde cada día más se notan los aires de un renovado fascismo que se está enraizando rápidamente gracias al gran cohesionador de intereses que es la corrupción que atrae y captura a muchos para ponerlos al servicio del modelo de cooptación que garantiza todo a los de la causa y asegura dificultades que hacen la vida imposible a los que se le oponen.

En el año 2018, cuando Albright publicó su libro, la advertencia era para la sociedad norteamericana por el tono y el discurso del gobierno de la época, el de Donald Trump, que ya cuestionaba en esos días el sistema electoral de Estados Unidos y además empezó a someter a instituciones que fueron claves en el sistema de pesos y contrapesos (incluyendo el mismo partido Republicano) para sembrar el camino hacia una nueva modalidad de fascismo. Y todos sabemos cuánto daño se ha hecho a la democracia norteamericana no sólo con el cuestionamiento a la legitimidad del voto sino en cuanto a disposiciones que dificultan el sufragio para quienes conforman minorías cuyo voto termina siendo decisivo.

Pero el libro también puede ilustrarnos de cómo la destrucción del Estado de Derecho y la institucionalidad lleva precisamente a la implementación de prácticas fascistas como lo estamos viendo actualmente en Guatemala donde no hay un líder tipo Mussolini, ni por asomo, pero sí una poderosa alianza, encabezada por quienes se sienten dueños del país y usan a los políticos corruptos para afianzar sus privilegios, que poco a poco van minando la legalidad y afianzando su poder al punto de que todos los poderes del Estado están ya sometidos a la nueva modalidad política que nada, en absoluto, tiene que ver con la verdadera democracia.

Estamos advertidos, pues, de la ruta que llevamos y quién con una luz se pierde.

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