Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Ayer uno de los tantos accidentes fatales en nuestras carreteras, que ya son el pan de cada día, como la corrupción que a nadie inmuta, cobró dos vidas en el municipio de Mixco y provocó un descalabro que afectó a decenas de miles de usuarios de la carretera que del occidente del país conduce a la ciudad capital. Muchos automovilistas, al sentirse atrapados por el tránsito, empezaron a utilizar aplicaciones como Waze para buscar rutas alternas aprovechando lo que se conoce como inteligencia artificial. Waze ofrecía alternativas pero el ahorro en tiempo no era gran cosa según la previsión basada en la acumulación de experiencias a lo ancho y largo del mundo, pero esa inteligencia artificial tiene sus limitaciones, sobre todo cuando se tiene que combinar con la estupidez material de algunas autoridades como las que se vieron involucradas en el manejo de la escena del percance.

El accidente ocurrió a eso de las cuatro y media de la tarde y por supuesto fue tan tremendo que obstruyó el tráfico en todo el carril que se dirige hacia la capital. Se entiende que no es fácil levantar los cadáveres porque tiene que llegar el Ministerio Público y un Juez de turno, aunque luego la pesquisa no sirva de nada porque en muertes provocadas por el loco tráfico que sufrimos no hay nunca reales procesos para castigar a los responsables y todo se arregla mediante compensaciones económicas.

También se entiende que no sea fácil mover los obstáculos que obstruyen la vía pública pero que cinco horas después del accidente el tráfico siguiera totalmente atorado es una muestra de la ineficiencia de nuestras autoridades que no tienen ni siquiera noción de cómo manejar esas circunstancias que no por trágicas son poco usuales en el medio.

Y por supuesto que Waze, con su inteligencia artificial, simplemente iba corriendo minuto a minuto el tiempo estimado de arribo al destino porque no hay forma de que pudiera comprender la torpeza de los encargados del control vial y la ya secular tardanza de las autoridades judiciales. Morir en la vía pública en Guatemala implica un drama adicional para las familias de la víctima porque para que puedan trasladar el cadáver pasan horas esperando la llegada de quienes tienen que autorizar el procedimiento. Supuestamente se trata de analizar la escena del posible crimen, pero cuando el problema es de tráfico ya sabemos que de nada sirve lo que se encuentre en el lugar porque nunca hay un real proceso para deducir responsabilidades, sobre todo cuando, como es tan frecuente, el parte policial dice que el piloto causante se dio a la fuga.

La inteligencia artificial es sumamente útil para la humanidad y sus avances han sido significativos en la vida diaria y todos nos beneficiamos de ella, pero obviamente tiene sus límites porque le resulta imposible medir la estupidez natural, sobre todo cuando es tan supina como ocurre con las autoridades en ciertos lugares del mundo en donde el servicio público no tiene otro sentido ni finalidad que el de andar recolectando mordidas.

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