Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Es triste tener que estar comunicando todos los días los nuevos escándalos de corrupción que caracterizan nuestra vida cotidiana y muchas veces pensamos que cuánto daríamos por poder señalar actitudes ejemplares de funcionarios que rompen el molde y no sólo rechazan un negocio sino que lo cuestionan y denuncian. Tal parece ser el caso de quien hasta la semana pasada fuera el subdirector del Instituto Guatemalteco de Turismo, Inguat, Elmer Hernández, quien fue removido del cargo porque se negó a firmar un contrato en el que sintió olor a podredumbre e hizo preguntas que no fueron del agrado de la superioridad, al grado de que decidieron su destitución.

Se trata del proyecto Marca País que pretende promover a Guatemala como un gran destino turístico, algo así como lo que hace décadas hizo Costa Rica, después de haber realizado obras de infraestructura para aumentar su capacidad de atención a los visitantes extranjeros, y que persigue posicionarnos como destino preferido de turistas de todo el mundo. A Hernández le entró la duda y discutió con su jefe, el Director del Inguat, Mynor Cordón, porque la misma empresa había ofertado en marzo la realización de esa promoción especial por la suma de 3.5 millones de quetzales en un concurso en Guatecompras que botaron las mismas autoridades, pero ahora, pocos meses después se lo terminan adjudicando por la suma de 6.8 millones, es decir la bicoca de 3.3 millones adicionales.

No es común en nuestro país que veamos actitudes de un funcionario que se opone a firmar algo porque sospecha que hay mar de fondo. En todo caso, lo común y corriente es que si no lo han salpicado pida su parte, su tajada, para estampar la firma y garantizar que todos se puedan repartir el dinero mal habido. Pero es inaudito que alguien diga que no está dispuesto a suscribir un contrato porque le parece impropio el aumento descarado de precio, lo que evidentemente significa que él conoció la oferta inicial y conoció la segunda de tal manera que pudo detectar que el cambio era sólo en el sobreprecio, y eso es algo ejemplar que merece ser no sólo publicado sino que además reconocido. Sin duda hay más como él y lo pienso al ver, por ejemplo, el papel que juega infructuosamente el doctor Francisco Coma tratando de abrir los ojos a Giammattei sobre la grave situación que vivimos.

El caso es que si bien una golondrina no hace verano, podemos decir que no todo está podrido y que actitudes como las de Elmer Hernández motivan a continuar esta ya prolongada lucha contra la corrupción porque allí, en el servicio público, hay uno que otro funcionario o empleado que quiere hacer las cosas bien, que está harto de ver la robadera constante en que han convertido lo que debiera ser un servicio a la población.

Ayer pedimos la postura del Inguat y sacaron un comunicado que no dice nada. Ni una palabra del aumento de precio por el contrato, tema que fue el central de la destitución dispuesta nada más y nada menos que por la misma Presidencia de la República, luego que Hernández hizo ver su desacuerdo en el precio inflado.

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