Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Por la manera en la que por años se ha venido estructurado el sistema y su funcionamiento, cualquier asomo o intento por enfrentar las causas estructurales del mismo es tomado como una amenaza directa por el gobernante de turno.

Al fin y al cabo, los gobernantes de la era democrática han sabido que son el instrumento de turno porque su margen de decisión y maniobra ha quedado limitado por factores que han ido evolucionando en el tiempo.

Antes del 2015 se entendió que existían necesidades por cumplir para mantener las aguas calmadas, pero luego de lo que ocurrió en los años recientes, hubo quienes plantearon que para retomar el control se necesitaba incidir en todas las instituciones claves y especialmente en el sector justicia.

Lo que quedó evidenciado en el país no fue el camino de inicio a una transformación del sistema porque no fuimos capaces de modificar las reglas que han permitido que cada 4 años los negocios cambien de manos, pues estos persisten en el tiempo y en muchos casos, solo cambian los actores y beneficiados.

Entendiendo esa dinámica, prever los momentos complicados para quienes son las caras visibles de lo que se va convirtiendo en un régimen totalitario en el país es posible porque al tener necesidad de incidir en el manejo del Ministerio Público (MP), de la integración de la Corte de Constitucionalidad (CC), la no elección de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y Salas de Apelaciones (SdA) porque las reglas no les “favorecían” para la elección ya pactada, las acciones se vuelven un tanto más burdas y más complicadas de ocultar.

Para poder hacer los pactos que se necesitan en el bajo mundo de la política es necesario utilizar el dinero del presupuesto y por ello es que hay tanta resistencia a modificar de raíz el sistema de compras del país, reformar y fortalecer la Contraloría General de Cuentas (CGC) y enfrentar los retos del Servicio Civil (SC) para que las plazas no sean la moneda de cambio que satisface los deseos políticos pero mata la cultura de servicio en el Estado.

Y para sostener todo lo anterior es que les resulta clave mantener la elección de diputados por listados para que entren los que necesitan y no los que los guatemaltecos quieran para lograr los cambios. Y de ahí la resistencia para no acceder a que votemos por caras y lo hagamos por listados pactados en función del financiamiento.

Esa foto completa es la que asusta al régimen y más, cuando hay chispas que encienden a la gente como las acciones de la Fiscal General que ya no guarda las apariencias para apuntalar impunidad para las caras visibles. Dice su nuevo fiscal de la FECI que no investiga la declaración de un testigo que dice haber ido a dejar una alfombra con dinero a la casa del Presidente, porque no se investiga “por rumores”. Fácil sería decir, por ejemplo, que ya han contactado al testigo para que rinda declaración de nuevo por videoconferencia.

Y como pasa en Nicaragua, cuando hay un intento por varios guatemaltecos para atender esas causas estructurales, el régimen maniobra para intentar disipar los esfuerzos, lo que nos terminará de poner una posición compleja como país, porque una sociedad que no se articula para reformar el sistema termina condenada al fracaso, a no ser capaz de incentivar más inversión local y atraer inversión extranjera.

El hoyo en términos de certeza y de socavamiento de instituciones, como el caso del MP, seguirá creciendo y será más grande que aquel famoso hoyo de la zona 6 y eso abrirá más paso para quienes operan desde el crimen organizado, especialmente el narcotráfico, y le dará paso a los extremos radicales quienes terminarán de dominar la narrativa.

Cada quien debe seguir esforzándose en lo que puede para construir un mejor país, aprovechando los espacios en los que exista deseo y voluntad de construir, aunque eso incomode al régimen.

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