Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author

El resultado de una investigación periodística sobre el programa Pegasus, diseñado por la empresa israelí NSO Group, demuestra la forma en que miles de personas son celosamente vigiladas alrededor del mundo mediante un sofisticado modelo que permite el más absoluto control que pueda imaginarse y contra el que no vale la protección de aplicaciones encriptadas de punta a punta. El caso, destapado el pasado domingo por el diario Washington Post y otros medios que participaron en la prolongada tarea de investigación, ha generado alarma en muchos lugares y algunas autoridades han reconocido que lo utilizan para controlar posibles actos terroristas, pero en la práctica se usa mucho más para espiar a activistas sociales, periodistas y opositores de los distintos regímenes.

En Guatemala nadie ha dicho esta boca es mía respecto al programa, no obstante que se sabe que en el gobierno de Jimmy Morales se adquirieron varios programas para incrementar la capacidad de escuchas telefónicas y que, durante ese período, las relaciones con Israel se volvieron muy estrechas luego del traslado de nuestra Embajada de Tel Aviv a Jerusalén en una maniobra que pretendía congraciarse con Donald Trump pero que, por supuesto, agradó mucho a los israelitas que han sido muy generosos a lo largo de la historia con nuestras fuerzas de seguridad brindando el apoyo que necesitaban después de que Estados Unidos, en el gobierno de Reagan, retiró toda ayuda militar al Ejército.

Hay abundantes razones para suponer que el programa Pegasus sirve a las autoridades guatemaltecas para mantener control sobre muchas personas, especialmente a aquellas que cuestionan el extremo poder que ha adquirido el Pacto de Corruptos para asegurarse no sólo los negocios con el dinero público, sino la impunidad absoluta derivada de la cooptación de todo el sistema de justicia, empezando por el Ministerio Público que es el ente encargado de la persecución penal.

Los detalles publicados sobre cómo funciona el mecanismo de espionaje son impresionantes porque no se trata sólo de que puedan escuchar todo lo que se habla y leer todo lo que se escribe, en cualquier tipo de aplicación, sino que además pueden tener en tiempo real información hasta de cuándo se mueve alguna persona. No es necesario que se esté utilizando un teléfono para que el objetivo sea espiado, ya que el mismo programa se encarga de operar aún con los dispositivos apagados, de manera tal que no queda ninguna posibilidad de que se pueda hacer algo o hablar de cualquier tema sin que llegue a los encargados de recopilar la información.

La idea de alguna gente de que usando aplicaciones como WhatsApp que ofrecen encriptación absoluta de mensajes de texto o de voz pueden interactuar seguramente no tiene fundamento. Aquella idea del Gran Hermano que todo lo podía escuchar queda corta ante la realidad descubierta mediante ese prolongado trabajo de investigación periodística que confirma que no sólo en los países del Tercer Mundo los gobiernos pueden llegar a entrometerse de manera abusiva y absoluta en la vida de los ciudadanos que son considerados como peligrosos.

Seguramente que entre las muchas donaciones recibidas tras el traslado de la Embajada está el ya célebre programa Pegasus.

Artículo anteriorHistoria de la Pandemia: médicos dedicados han salvado miles de vidas
Artículo siguiente¿Dónde están las vacunas?