Mario Alberto Carrera

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Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Mario Alberto Carrera

Siguiendo el hilo de lo que estaba diciendo de “Un personaje sin novela” (de David Vela, que fuera director de El Imparcial, diario que, como queda dicho, durante más de medio siglo salió de prensas para ser leído por muchísimos guatemaltecos) Seymour Menton es rígido para eso de otear entre papeles literarios y, tal vez en especial, en “Un personaje sin novela”. De ahí (de ese criterio tan rígido) la definición de novela que da en el prefacio de su obra “Historia crítica de la novela guatemalteca”, único libro que –en su totalidad– se hace cargo de tal temática en toda la historia de la literatura del país. La definición de Menton es de mucha antigüedad y tradición si tomamos en cuenta que ya el crítico y académico vive en el siglo XX y muere en el XXI.

En tal definición deja Menton pocos resquicios para que pueda atravesar y caber flexiblemente una suerte de novela post Dadá (por el influjo de Joyce, digamos) como “Un personaje sin novela” que, con enjundia y decisión, se cultiva más en nuestros días.

Lo cierto es que “Un personaje sin novela” –del que fuera famoso autor David Vela, hermano del no menos público y cultor del estridentismo: Arqueles– se sale del marco tradicional de la novelística (de Cervantes a Proust) que marca Menton. Sin embargo irrumpe dentro del mismo hálito libertario de “Finnegans Wake” (título no traducido) de Joyce, o “Niebla”, de Miguel de Unamuno, no por sus asuntos sino por su libertad estructural.

De manera que a mí no me cabe duda (que sí que le cabe a Menton) sobre si “Un personaje sin novela” es novela o no. Pero además tendríamos que decir si entretiene al lector ¡que esto es para mí lo más importante de un relato! ¡Y vaya si entretiene y deleita “Un personaje sin novela”!

Esta obra es entretenida, está muy bien escrita, goza de agudeza, donosura y ángel; y es además crítica, irónica y también humorística. Asimismo es pesimista y paradójicamente risueña. A veces reflexiva y otras solamente narradora.

“Un personaje sin novela” tiene varias vertientes inspiradoras que fecundas caen sobre ella. Y revelan, por otra parte, la gran capacidad erudita, docta e ilustrada de David Vela: lecturas inveteradas, conocimiento de las cosas y los hechos más contradictorios y opuestos. Revela también la cala de docenas de escritores y sus influjos entre los que destacan (y que debió leer con admiración) Quevedo, Voltaire y Jonathan Swift. Entre otros porque en la cabeza inventiva de mi admirado y querido David Vela hubo bibliotecas enteras.

Pero de qué trata “Un personaje sin novela”. De todo y de nada como “La señorita Etcétera” de su hermano Arqueles. De todo y de nada como tratan todas las cosas y los casos más importantes de la literatura que, por su capacidad de abstracción y de simbolización, se tragan el universo entero y son su enseña.

Hacia los años 20 y 30 –período por excelencia del criollismo narrativo- David Vela escribe poesía e ingeniosos caligramas que revelan sensibilidad e ingenio al convertir las estrofas en figuras. Pero más que todo se dedica a su obra erudita (como cuando a Goethe le dio por la biología y la teoría del color). Escribe sobre arqueología, historia de Guatemala y Centroamérica, folklore e historia de la literatura guatemalteca y lo acompañan en el periodismo y en el quehacer literario figuras encumbradas de la talla de Flavio Herrera, Carlos Wyld Ospina o del también famoso y director del otro medio escrito en el país: Clemente Marroquín Rojas, director de la Hora.

Podríamos dividir “Un personaje sin novela” en dos partes: la primera es de aventuras y la segunda de reflexiones didáctico neoclásicas. La parte de aventuras es muy amena y permite al lector enterarse de los avatares casi siempre picarescos de Pietro Peretti, personaje principal y único de importancia de la novela.

Peretti es un “pepe”. Es decir, un recogido, un “pepe-nado”. Como en “Historia de un Pepe”, de José Milla. Y, como al Cándido de Voltaire, le ocurren muchas peripecias –inusitadas– como enrolarse en la guerra en donde es obvio, si se tiene sensibilidad, se ha de volver uno loco de tanta bala y estruendo.

Pero dejémosle oportunidad de expresarse al hermano de David y también periodista –Arqueles– con “El intransferible”, aprovechando la coyuntura de que ya se habló recientemente en otro medio de “La señorita etcétera” del mismo Arqueles.

Se hará en otra entrega de esta misma serie de “Escritores y periodistas guatemaltecos que van siendo olvidados”.

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