Marco Trejo
La semana pasada escribí sobre la decisión hepática tomada por las altas autoridades del Ministerio de Cultura y Deportes sobre la abrupta salida del cargo de la directora de la Hemeroteca Nacional “Clemente Marroquín Rojas” y al tratar de obtener la versión del flamante ministro Felipe Aguilar, la respuesta que tuve fue contundente: “después de las mentiras que escribiste sobre la salida de la hemeroteca de María Eugenia Gordillo, eso no es posible”.
Esa fue la respuesta que recibí de la Oficina de Comunicación de dicho ente estatal, que en vez de agendar la reunión del ministro, se limitaron a señalarme de mentiroso, pero me llama la atención que dos días después, un domingo 12 de diciembre, corrieron para hacer un video donde se expresa: “el Ministerio de Cultura y Deportes agradece a la periodista María Eugenia Gordillo su loable trabajo frente a la institución y que actualmente están en busca del perfil idóneo que pueda continuar con su legado”.
Sí mi columna del viernes 10 de diciembre de 2021, fue una total sarta de mentiras, porque corrieron a rendir el homenaje y se dedicaron hacer lobby con los medios de comunicación para que publicaran la versión institucional del Ministerio de Cultura y Deportes. ¿Será que el flamante ministro Felipe Aguilar, quería lavarse la cara con este mensaje y dar la impresión de que la salida de la periodista Gordillo, no fue otro de sus arrebatos hepáticos?
Tres días después, 13 de diciembre, en la columna Catalejo de Mario Antonio Sandoval en Prensa Libre, se menciona en la parte final: “Otra ofensa a María Eugenia”, donde se replican las últimas palabras de la mujer que le fue a notificar la decisión del ministro Aguilar: “no vuelva a poner un pie aquí”. ¿Será que ambos periodistas somos mentirosos? En fin, puedo concluir que son gajes del oficio.
Pero al hacer una búsqueda de la gestión del Ministro de Cultura, Felipe Amado Aguilar Marroquín, me encontré un artículo del medio Relato, en donde el periodista Carlos Enrique Castañeda Boer hizo una recopilación titulada: “Felipe Aguilar, el ministro de las 7 caídas”, donde deja constancia de los desaciertos de este funcionario que resta y no suma a la administración del presidente Alejandro Giammattei Falla, quien ha quedado muy mal parado con los arrebatos de su funcionario de Estado.
En diciembre de 2020 Aguilar supuestamente pretendió revocar el permiso de trabajo de Richard Hansen, arqueólogo y mecenas del sitio arqueológico de El Mirador. Ni lerdo ni perezoso el funcionario se tiró de cabeza a la donación de US$120 millones, por parte del Congreso de los Estados Unidos y el BCIE, pero luego de dimes y diretes el contrato de Hansen fue renovado.
En marzo de 2021, el MICUDE aparentemente programó un gasto de Q303 mil para las celebraciones del Bicentenario de Independencia. Sin embargo, la decisión también fue cambiada y no se realizó la misma. Un mes después (abril 2021), Aguilar recibió otro golpe mediático, ahora intentó comprar al pintor Christian Escobar Martínez (ChirsPappita), una pintura, conmemorativa al Bicentenario, por la suma de Q1.3 millones en plena pandemia, compra que fue dejada sin efecto y el artista tuvo que devolver el dinero.
Pero las malas decisiones no han quedado solamente en eso, en marzo los pobladores de Quetzaltenango se opusieron al ministro Aguilar, porque pretendía talar árboles, para construir parques para celebrar los 200 años de independencia por un monto de Q25 millones.
Pero lo que más le molestó al mandatario guatemalteco de las ocurrencias de Aguilar, fue cuando su ministro de Estado le devolvió, el 12 de julio de 2021, a los miembros de los 48 cantones de Totonicapán la silla de Atanasio Tzul. Ese acto se convirtió en un bochorno para el gobierno porque el presidente de esa organización Martín Toc, les dijo en pleno acto: “No se vayan a enojar cuando manifestemos, porque hay una creencia en este país de que el Estado y el Gobierno aún pueden resolver problemas, pero recuerden mis palabras: el día que no haya manifestaciones, ese día el Gobierno habrá dejado de ser funcional para la gente”.
Ese día lunes la cara de Giammattei cambio y el ministro se hizo el desentendido, pero el daño estaba hecho. Ahora cabe hacerme la pregunta: ¿Será que todos los que exponemos los desaciertos del ministro Felipe Aguilar, somos unos mentirosos? Lo dejo en el aire y sería bueno conocer que piensa ahora el publicista y comunicador, quien por status quo se hace llamar “periodista”.