Marco Morales

Marco Morales, Director de Water Co. www.water-co.com Ph.D. en ingeniería hidráulica y medio ambiente, MSc. Gestión y Planificación del Agua (UPV, España), especialista en Water Quality Monitoring (JICA, Japón), Gestión económica de recursos naturales y ambiente (UAH, España), Ing. Agr (USAC, Guatemala) Correo: marcomorales@water-co.com | Whatssapp: +502 33258714

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Marco Morales
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Esta semana recibí un mensaje en LinkedIn: “He visto con mucho interés sus artículos sobre el agua en la ciudad, al menos no hemos llegado a esto. Y en países supuestamente avanzados”, me decía.

Hablaba él de los “flash flood” (inundaciones súbitas) en Alemania y Bélgica, y el reporte noticioso de más de 170 muertos y 1300 desaparecidos. La señora Mónica Decker, vecina afectada, lo describió así: “mucha gente está muerta… no pudieron encontrar ayuda porque todo sucedió muy rápido; el agua venía de todos lados y de repente ya eran 1 o 2 metros”.

El pequeño pueblo Schuld se quedó sin agua, electricidad y cobertura de internet o teléfono: el primer mundo se convirtió en minutos en una típica aldea de Guatemala.

Por mi experiencia profesional y académica en Alemania y Austria, conozco regiones sobre las que doy fe del desarrollo sostenible alcanzado; gran parte de sus zonas de montaña están protegidas con bosques. ¿Por qué sucedieron allí estos fenómenos extremos?

El doctor Juan Marco contaba en una de mis clases del doctorado: “me consta que el día que Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial, estaban midiendo niveles de ríos y series históricas meteorológicas; ¡por eso son primer mundo!”. Efectivamente, leí reportajes que indican que en ciertas zonas se registró la lluvia máxima de los últimos 100 años: unos indican más de 154 mm (litros por metro cuadrado) en 24 horas; otros que llovió ¡más de 200 litros por metro cuadrado en 9 horas!

Para que se haga una idea, el mes históricamente más lluvioso del año en Ciudad de Guatemala es junio, con una lluvia promedio de 264 mm/mes (según registro de Insivumeh de los últimos 20 años). Es decir, ¡llovió en cuestión de horas aproximadamente lo que aquí llueve en el mes más lluvioso!

Como se lo he venido escribiendo desde mayo: ¡Tenemos que invertir en el estudio de las lluvias!

¿Qué podemos aprender de esto para Guatemala?
1. Pongamos más atención a lo que ya sucede aquí: Rodríguez (1541) reportó la destrucción de Ciudad Vieja, por efecto de lluvia y deslizamientos de tierra. El huracán Mitch (1998) produjo la muerte de 268 personas y pérdidas por 748 millones USD; tras la tormenta Stan (2005) fallecieron 669 personas y hubo pérdidas por 988 millones USD; la tormenta Agatha (2010) provocó 165 fallecimientos y 982 millones USD en pérdidas (SEGEPLAN, 2010).
2. Urge que definamos nuestra “nueva normalidad climática” mediante estudios serios y con recursos. Pero, la medición de la lluvia en Guatemala es muy pobre; hacen falta pluviógrafos que permitan estimar lo que llueve en períodos cortos de tiempo (horas y minutos).
3. Los recientes eventos en Europa se dieron en pueblos construidos en las riberas de ríos y llanuras de inundación y lluvias extremas de 100 años; las inundaciones en nuestra Metrópoli se producen con lluvias normales y torrenciales y lejos de grandes ríos (lluvia-deforestación-impermeabilización, deben centrar nuestra atención).

En Alemania, ya se atiende la emergencia y se dará un fuerte apoyo material a los afectados; pero ya son miles de ciudadanos en las calles, que exigen al gobierno prepararse más contundentemente frente al cambio climático. ¡Por eso son primer mundo!

¿Y aquí en Guatemala qué es lo que vemos más allá de “indignación súbita” en tuits y la gente llenando comerciales y restaurantes?

(Marco Morales, El Doctor del Agua).

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