Mibsar Arenas, padre de familia y docente con casi 15 años de trayectoria en el área educativa, quien disfruta su profesión y se enorgullece de impartir clases en la Escuela Oficial Mixta de la Lotificación Santa Catalina en La Gomera, Escuintla.
Mibsar Arenas, padre de familia y docente con casi 15 años de trayectoria en el área educativa, quien disfruta su profesión y se enorgullece de impartir clases en la Escuela Oficial Mixta de la Lotificación Santa Catalina en La Gomera, Escuintla. Foto: La Hora/ Cortesía.

El colectivo del magisterio en Guatemala ha venido a menos después de muchos años de ser ejemplo, no solo de entrega y dedicación, sino de civismo. Los contubernios entre el sindicato que los agremia y las autoridades, que negocian alrededor de los respaldos políticos para apañar la corrupción del régimen de turno, han hecho un daño tremendo a esa figura del maestro que se dedica en cuerpo y alma a la enseñanza y que se esmera por sus alumnos, para que puedan adquirir conocimientos útiles para la vida.

Pero lo que como gremio hacen no empaña la imagen de muchos maestros como Mibsar Arenas, maestro de la Escuela Oficial Mixta de la Lotificación Santa Catalina en La Gomera, Escuintla. Es el hijo de un migrante guatemalteco que vive en Estados Unidos y a quien ayudar a su familia con las remesas no le basta, pues también envía dinero para ayudar a la construcción de aulas en esa escuela, así como a la reparación de los escritorios. El profesor Arenas, además de impartir clases, es quien promueve tanto la construcción de nuevas aulas como la reparación del mobiliario.

En el reportaje publicado en La Hora llamó la atención la frase siguiente: “Aunque los profesores estemos mal sentados, los niños deben estar cómodos” y se relata esa dedicación y compromiso que es su razón de ser por el orgullo que para él significa ser un maestro. Posiblemente tras la publicación de sus declaraciones, en las que señala el abandono en que se encuentra ese y otros establecimientos por el descuido del Ministerio de Educación, sea acosado y hasta puede ser despedido, pues tuvo la entereza de hablar con la verdad y, como decimos coloquialmente, sin pelos en la lengua.

Como Mibsar Arenas hay miles de maestros que ejercen su oficio con gran entrega y para quienes educar a sus alumnos es toda su vida. El oficio del maestro, repetimos, no ha sido históricamente apreciado y valorado en su justa dimensión, ni siquiera en los tiempos en que el gremio era la vanguardia del civismo. No es fácil el trabajo que se tiene que realizar en medio de las adversidades que se ven en los diferentes establecimientos públicos, dejados en un abandono patético porque las autoridades se conforman con las oscuras negociaciones que hacen con el sindicato.

Generalizar no es bueno y por el comportamiento de una corrupta dirigencia no se puede tachar a todo el gremio de los maestros porque subsisten aquellos que, como Arenas, son ejemplo de vocación, entrega y dedicación al sueño de formar lo mejor posible a sus alumnos.

Redacción La Hora

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