Si entendemos que la política es la ciencia que trata del gobierno, la organización de la sociedad y el Estado, así como la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o un país, nos tiene que parecer aberrante la expresión de un Alcalde que, sin empacho, afirma: “Uno tiene que estar en la teta que tiene leche y aquí la que tiene leche es la del señor Presidente. Él es el que me puede dar alimento, me puede dar de todo para poder llegar con ustedes.
Sobre todo al saber que esa expresión fue en el contexto de los acuerdos que se hicieron con 200 Alcaldes para que se comprometieran a generar, por lo menos, 5,000 votos para el oficialismo en los próximos comicios, con la única intención de seguir con el saqueo del erario público. De hecho, ese acuerdo con los Alcaldes tiene sustento, precisamente, en esa teta de la que habló el Alcalde que buscará ser reelecto, esta vez por el partido Vamos.
Porque de manera más que generosa se dispuso de miles de millones de quetzales para entregarlos a los jefes ediles que, tras ordeñar esa teta, se pueden embolsar significativas cantidades porque el dinero supuestamente destinado a la realización de obras para atraer votos será usado tal y como se usa todo el dinero público en esta nuestra Guatemala. O sea que aun si alguno lo invierte, que no es seguro, lo que se puede afirmar sin cortapisas es que toda obra dejará su sobra, como dijo aquel cínico funcionario internacional que manejó contratos en el gobierno de Berger.
El político tiene que estar siempre con el pueblo, preocupado por el bien común y los intereses de la población, sin pensar cuál es la teta que más leche le puede dar. Pero en el fondo, la realidad se nos pinta de manera distinta y hay que reconocer que ese Alcalde explicó con precisión cómo es que se realiza la función pública, porque raro es, si acaso queda alguno, el político que está pensando en otra cosa que no tenga que ver con alguna jugosa teta.
Y eso explica claramente por qué el país va en la dirección que lleva, de constante deterioro y aniquilación no solo de la institucionalidad, sino del mismo imperio de la ley. Con tal de ordeñar la teta sin temor a tener que pagar consecuencias, se destruyó el Estado de Derecho, generando niveles de anarquía que se reflejan ya en la inseguridad ciudadana.