Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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El periodismo de investigación se ha abierto camino en muchos medios como resultado de tantos vicios que hay en las sociedades y que son sistemáticamente encubiertos por los que tienen el poder y las herramientas para ocultar sus fechorías, de distinto tipo. Al respecto de ese oficio hay una película muy reciente, del año pasado, que pienso que los jóvenes periodistas que sueñan con ser investigadores eficaces y profundos tendrían que ver porque deja grandes lecciones sobre cómo realizar esa función que no pretende el señalamiento escandaloso, sino exponer la cruda realidad para crear conciencia.

Ella Dijo (She Said) es el nombre de la cinta que recoge el afanoso esfuerzo de dos periodistas del New York Times que ejecutaron una riesgosa pero muy consistente investigación para exponer, sobre todo, cómo la sociedad había permitido la creación de mecanismos para proteger a hombres muy poderosos en temas relacionados con el abuso sexual. La campaña presidencial de Estados Unidos en el año 2016, con Donald Trump por el partido Republicano, provocó a algunas mujeres que habían sido víctimas de sus abusos para denunciar los hechos, pero esa especie de superestructura, que giraba alrededor de los “acuerdos” legales que las mujeres firmaban fueron determinantes, además de la indiferencia del electorado que terminó eligiendo a quien, descaradamente, había dicho que él podía agarrar a cualquier mujer de sus partes íntimas sin temor a consecuencias.

El New York Times, donde se publicaron varias de esas denuncias, vio que las mismas no tenían ningún efecto real y que el problema era mucho mayor por la débil posición en que quedaba cualquier mujer que se atrevía a formular denuncias sobre tratos impropios y dos de sus reporteras, al recibir información de lo que ocurría en la industria cinematográfica, emprendieron una larga y muy difícil investigación que involucraba a famosos personajes.

No me gusta contar una película que he visto y solo diré que en ésta se puede ver el efecto que tiene, hasta en la vida familiar, esa dedicación y entrega de los periodistas que realmente creen en lo que hacen y que se proponen altas metas. La idea no era simplemente quemar a un personaje famoso, sino evidenciar cómo el sistema se ha ido acomodando para que ese tipo de comportamientos de gente poderosa no pudiera pasar más allá de, en el peor de los casos, un arreglo amistoso que obliga a la víctima a callar.

El caso va más allá de lo mediático que pudo haber sido el tema de las denuncias contra Trump y las reacciones de éste y de sus aliados de FOX para descalificar y calificar como prostitutas a las mujeres que habían sido objeto de alguna forma de abuso. Lo que más me impresionó fue la exigencia del Editor General del New York Times, Dean Baquet, y de todo su equipo para asegurar la precisión de los hechos y la forma de ir corroborando las excelentes informaciones recabadas por las periodistas Jody Kantor y Megan Twohei, hasta terminar una pieza periodística que hizo reflexionar a toda una sociedad.

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