La elección del líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos se resolvió en la madrugada de hoy, luego de 14 intentos fallidos que hicieron indispensable la intervención, como gran negociador, de Donald Trump, quien de esa forma vuelve a afianzar su posición en el Partido Republicano. Y es que se necesitó de él para hablar con los disidentes y convencerlos para dar su voto al que hasta ayer era el “poco confiable” Kevin McCarthy, quien tuvo que negociar y ceder para resolver el peor estancamiento de ese proceso en los últimos cien años.
Dada la importancia e influencia de Estados Unidos en nuestra realidad, la importancia del suceso es obvia y está en que, sin elegir al líder de la mayoría de la Cámara, ese cuerpo colegiado no podía iniciar sus labores normales porque, para ello, hace falta tener la figura del Speaker, encargado de presidir y dirigir la actividad de los congresistas. Ya en la tarde de ayer se dieron algunos avances y para la elección prevista para las diez de la noche esperaban contar con los votos, pero el pronóstico falló y hubo necesidad de una nueva ronda de negociaciones en las que ya fue figura principal Donald Trump, pese a que la mayoría de los McCarthystas no simpatizan con el expresidente.
Ese fracaso final puso a Trump en una posición especial porque se tenía que encargar de convencer a un par de personas para terminar con el impasse y lo hizo luego de torcerle el brazo a quien ahora es un débil líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. Tan débil que una de las condiciones que tuvo que aceptar es que cualquier congresista puede solicitar que se vote para removerlo del cargo, situación que no estaba contemplada en las reglas que normaban la relación entre el líder y el resto de la Cámara de Representantes.
Hubo escenas de tensión como cuando McCarthy si dirigió a la curul de Matt Gaetz, uno de sus más severos críticos que llegó al colmo de proponer como candidato a Speaker al mismo Trump, y se produjo un intenso enfrentamiento verbal que, al fin, por poco termina desatando una tormenta.
El caso es que la elección de McCarthy tiene un alto costo para los republicanos, sobre todo para los que se habían sugerido dejar en el olvido a Donald Trump y abrir nuevos espacios para liderazgos diferentes. No hubo otro remedio que recurrir a él para salir del atolladero impuesto para el ala más radical del ultra conservadurismo que decidió entrampar el proceso y, ahora, el liderazgo en la Cámara estará constantemente amenazado.
El gran negociador
La elección del líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos se resolvió en la madrugada de hoy, luego de 14 intentos fallidos que hicieron indispensable la intervención, como gran negociador, de Donald Trump, quien de esa forma vuelve a afianzar su posición en el Partido Republicano. Y es que se necesitó de él para hablar con los disidentes y convencerlos para dar su voto al que hasta ayer era el “poco confiable” Kevin McCarthy, quien tuvo que negociar y ceder para resolver el peor estancamiento de ese proceso en los últimos cien años.
Dada la importancia e influencia de Estados Unidos en nuestra realidad, la importancia del suceso es obvia y está en que, sin elegir al líder de la mayoría de la Cámara, ese cuerpo colegiado no podía iniciar sus labores normales porque, para ello, hace falta tener la figura del Speaker, encargado de presidir y dirigir la actividad de los congresistas. Ya en la tarde de ayer se dieron algunos avances y para la elección prevista para las diez de la noche esperaban contar con los votos, pero el pronóstico falló y hubo necesidad de una nueva ronda de negociaciones en las que ya fue figura principal Donald Trump, pese a que la mayoría de los McCarthystas no simpatizan con el expresidente.
Ese fracaso final puso a Trump en una posición especial porque se tenía que encargar de convencer a un par de personas para terminar con el impasse y lo hizo luego de torcerle el brazo a quien ahora es un débil líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. Tan débil que una de las condiciones que tuvo que aceptar es que cualquier congresista puede solicitar que se vote para removerlo del cargo, situación que no estaba contemplada en las reglas que normaban la relación entre el líder y el resto de la Cámara de Representantes.
Hubo escenas de tensión como cuando McCarthy si dirigió a la curul de Matt Gaetz, uno de sus más severos críticos que llegó al colmo de proponer como candidato a Speaker al mismo Trump, y se produjo un intenso enfrentamiento verbal que, al fin, por poco termina desatando una tormenta.
El caso es que la elección de McCarthy tiene un alto costo para los republicanos, sobre todo para los que se habían sugerido dejar en el olvido a Donald Trump y abrir nuevos espacios para liderazgos diferentes. No hubo otro remedio que recurrir a él para salir del atolladero impuesto para el ala más radical del ultra conservadurismo que decidió entrampar el proceso y, ahora, el liderazgo en la Cámara estará constantemente amenazado.