En un acto público realizado para inaugurar tramos carreteros en San Marcos, Alejandro Giammattei exaltó la presencia en el acto del diputado José Armando Ubico Aguilar, a quien calificó como “buen amigo y aliado en el Congreso”, palabras que resuenan de nuevo ahora que se pidió la extradición del parlamentario guatemalteco por vinculaciones con el narcotráfico. Estados Unidos hizo la solicitud contra este diputado electo por el partido Todos, un diputado suplente del Parlamento Centroamericano y dos alcaldes, lo que confirma la fuerte vinculación del narco con la política nacional.
De hecho, Estados Unidos recuerda que Ubico fue condenado por delitos de tráfico de drogas en el 2003, lo cual no fue obstáculo para que, al ser liberado, fuera electo diputado por el partido Todos de Felipe Alejos, lo que da mucho qué pensar respecto no solo a los dirigentes políticos sino a los mismos electores. Porque no es secreto para nadie que buena parte del financiamiento que reciben los partidos sale de las utilidades abundantes que genera el negocio de los estupefacientes.
La presidencia cuenta con mecanismos de información sofisticados que no podían haber pasado por alto el historial de Ubico y, pese a ello, con toda la verba del caso, el gobernante lo llamó públicamente amigo y aliado, calificativos que sirvieron de mucho porque a lo largo de esta legislatura ese diputado ha sido uno de los puntales de la alianza oficialista en el Congreso. Pero ahora son palabras que se quisiera tragar Giammattei por las implicaciones que tiene la solicitud de extradición presentada por las autoridades norteamericanas.
El problema de Guatemala tiene mucho que ver con la perversión del sistema político que ha sido producto de distintas formas de financiamiento electoral que luego deben compensar cuando ocupan un cargo de poder, sea a nivel local o nacional. Casi la totalidad de los que aspiran a cargos públicos están participando con la ilusión manifiesta de participar del festín que se hace con los recursos del pueblo y por ello nadie cuestiona el sistema ni se interesa en hacer propuestas que apunten a una depuración de la clase política, no digamos a una depuración de la corrompida administración de justicia.
Estamos a pocas horas de entrar al año electoral en el que los ciudadanos deberán elegir a sus autoridades y el panorama se pinta tan gris como el de las últimas elecciones, porque despuntan quienes saben cómo opera el sistema y lo quieren aprovechar en su beneficio sin propuestas que apunten a una reforma profunda para generar un Estado de Derecho.