En la fotografía el titular de la FECI, Rafael Curruchiche. Foto: La Hora

Lejos quedaron aquellos días en los que quienes fueron sindicados de incurrir en corrupción se sintieron con la cola entre las piernas porque ahora todos, sin excepción, empiezan a sentir vientos frescos que les permiten abandonar esa actitud para actuar empoderados con la confianza que brinda el tener a su disposición lo que tanto buscaron, lo que tan afanosamente trabajaron y para lo que se esforzaron en ir entrampando los procesos a fin de esperar que llegaran aquellos soñados tiempos mejores.

El primer paso fue la expulsión de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y el nombramiento de una Fiscal General designada precisamente para evitar nuevos sobresaltos a quienes estaban ya en el poder, pero también para ir desmontando uno a uno los casos que se habían trabajado mediante serias, profundas y prolongadas investigaciones.

El trabajo de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad empezó a ser estrictamente vigilado y saboteado hasta el punto de salir del personal más comprometido en la lucha contra la corrupción y de esa cuenta se empezó a desgranar la mazorca hasta que, por casos como el de la alfombra mágica y el financiamiento electoral, la acción fue directa contra el encargado de la fiscalía, Juan Francisco Sandoval, quien ahora es perseguido por la misma Fiscalía.

La nueva normalidad para todos los que estuvieron presos y se sintieron abrumados por las pruebas que se presentaron para fundamentar los casos en su contra están ya quedando libres sin ninguna responsabilidad penal y eso, por supuesto, significa que se sienten totalmente empoderados y que se conviertan, como tanto lo esperaban, en patos que tiran a las escopetas. Ahora no sólo son inocentes sino que se proclaman víctimas de injusticias, alegando que los tribunales no los pudieron condenar, como si no supiéramos que todo es resultado de una burda componenda entre el ente acusador y los juzgadores, todos apalabrados para cerrar definitivamente esos casos y para consagrar de manera absoluta el régimen de impunidad.

Nadie se siente ya con la cola machucada ni tienen por qué agachar la cabeza. Por el contrario, toda la inversión que se hizo para operar en las redes sociales, tarea en la que contaron con el apoyo financiero de otros que también apostaron por acabar con la lucha contra la corrupción, está rindiendo sus frutos con creces y por ello esa nueva actitud de empoderamiento que van mostrando cuando retoman su libertad sin ningún tipo de limitación porque, simplemente, los casos fueron cerrados sin que el Ministerio Público interponga ninguna acción ni se oponga a las graciosas resoluciones.

Redacción La Hora

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