El entonces presidente Otto Pérez Molina junto a Ángel Pérez-Maura cuando se presentó el proyecto TCQ en 2013. Foto La Hora

Hoy se publica una columna del ex magistrado Luis Fernández Molina sobre la situación que se vive por el conflicto entre Rusia y Ucrania y el distinguido jurista termina su reflexión con una frase de certeza incuestionable. “El Estado de Derecho y la prosperidad general van de la mano”, expresión que viene al caso ahora que el gobierno programa su propia Cumbre de Inversión a realizarse con empresarios de España, México y la India que han sido invitados vía las respectivas Embajadas de esos países acreditados aquí, para venir a conocer el clima existente para atraer capitales extranjeros.

Y es que el elemento principal para hablar de un buen clima para negocios serios es la existencia indubitable del Estado de Derecho que significa la existencia de reglas de juego claras y parejas para todos los actores, lo que puede considerarse como condición sine qua non para aquellos inversionistas dispuestos a expandirse en un mundo competitivo y que no andan buscando privilegios producto de dinero bajo la mesa (o entre la alfombra), sino que desean aprovechar las ventajas competitivas que pueda ofrecer cualquier país mediante la certeza de que, haciendo bien las cosas, se pueden lograr buenos resultados.

En España, por ejemplo, los inversionistas serios han seguido las profusas informaciones publicadas alrededor del negocio de Pérez Maura con Pérez Molina que se tradujo en la Terminal de Contenedores Quetzal y saben que su compatriota se hizo con el negocio pagando una millonaria mordida al mismo Presidente de la República de Guatemala. Y saben, además, que el Embajador de su país en el nuestro, en ese tiempo, fue un instrumento efectivísimo para la realización del sucio negocio que, como si nada se hubiera sabido, sigue operando, ahora bajo la dirección de holandeses que dicen haber comprado la empresa “de buena fe”.

O sea que dentro del empresariado español no hay duda de cómo se cuecen las habas en esta peculiar parte del mundo, además de que la misma Unión Europea recién expresó su preocupación por la forma en que se violenta el Estado de Derecho. Y por el lado mexicano los abanderados serán, sin duda, los “inversionistas” del Ferrocarril Bicentenario, un negocio al estilo de la mencionada terminal, mientras que de la delegación hindú poco o nada podemos saber y sólo hay que desearles que tengan una buena estancia por aquí.

Si el Estado de Derecho y la prosperidad general van de la mano, es obvio que acá no la tendremos en el corto plazo porque todo opera para incrementar la impunidad y alentar la corrupción.

Redacción La Hora

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