Alejandro Giammattei escogerá a María Consuelo Porras en un proceso que está debidamente arreglado. Foto La Hora/MP

Hoy termina el plazo para que los aspirantes al cargo de Fiscal General entreguen su papelería a la Comisión Postuladora que conforman la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, el presidente del Colegio de Abogados, a quien acompaña el titular del Tribunal de Honor de dicha entidad gremial, más los decanos de las distintas facultades de Derecho del país, quienes deberán elaborar el listado del cual Alejandro Giammattei escogerá a Consuelo Porras en un proceso que está debidamente arreglado para que no haya ningún contratiempo, al punto que por ello se apresuraron a provocar la salida del único decano que se atrevió a hablar de fórmulas para medir la honradez que señala la Constitución Política como un requisito para optar a los cargos públicos.

El control que ejerce la Dictadura de la Corrupción sobre toda la institucionalidad del Estado no tiene precedentes, aunque ello pueda parecer extraño en un país que ha vivido tantos períodos bajo férreas tiranías. Nada puede generar ningún tipo de sorpresa porque no se puede mover ni una hoja del árbol sin el consentimiento de los más altos poderes que están en absoluta sintonía para garantizar lo que más les importa, es decir la total impunidad que les permita seguir operando sin temor a molestas investigaciones como las que se dieron a partir del 2015 y que llevaron al banquillo de los acusados a gente que por poder, dinero o alcurnia se sentía absolutamente intocable.

No habrá ningún escrutinio serio porque todos los postuladores están ya enterados y advertidos de que quien se quiera salir del huacal terminará igual que el decano de la Da Vinci, es decir sujetos a procesos prefabricados para hacerles la vida imposible y nadie, absolutamente nadie, quiere tener que pasar por ese calvario de persecución.

No hacía ni siquiera falta que la Corte de Constitucionalidad atendiera la petición de la Fundación Contra el Terrorismo que demandó marginar a todos los jueces de instancia para impedir que alguno de los integrantes de la Asociación Guatemalteca de Jueces por la Integridad pudiera presentar papelería porque únicamente si estuvieran fuera de sus cabales habrían pensado que existía la más remota posibilidad de ser incluidos en la lista de la postuladora.

Este arroz ya se coció, como solía decir el doctor y comentarista deportivo ya fallecido Humberto Arias Tejada. Nada hay que pueda perturbar el rumbo de los acontecimientos decididos oportunamente por la poderosa alianza entre políticos y particulares que tienen tanto que agradecerle a Consuelo Porras, mujer de palabra que contra viento y marea ha hecho lo que sea necesario para garantizar la impunidad.

Redacción La Hora

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