Durante años los guatemaltecos han expresado su cansancio debido a la corrupción en el país. Foto: La Hora/AFP

Hoy se conmemora mundialmente el Día Internacional contra la Corrupción, flagelo que afecta no sólo a muchos países sino a la humanidad misma dados sus tremendos efectos en la vida cotidiana, mismos que se producen por el mal uso de los recursos públicos que debieran servir para sufragar los gastos esenciales para la promoción de un desarrollo humano generador de oportunidades para todos los habitantes del planeta. Las variadas formas que adopta la corrupción impide que se pueda realizar efectivamente esa necesaria inversión y condena a millones en todo el Planeta a sufrir las consecuencias de la ausencia de los servicios esenciales, sobre todo en temas como educación, salud y seguridad, que son esenciales para el progreso.

Nosotros somos uno de los países que más han sufrido los efectos de ese pernicioso mal, no obstante que en el año 2015 se dieron importantes pasos para destapar los grados de corrupción existentes y gracias a la cooperación internacional, más el compromiso de actores nacionales que asumieron el rol que les correspondía jugar, se dieron grandes pasos al menos para poner en el escenario la gravedad del problema y cómo desde las élites hasta las mismas instituciones públicas, pasando desde luego por los sectores políticos, se habían realizado confabulaciones para permitir ese saqueo de los recursos nacionales, agravando las ya existentes brechas sociales que obligan a tantos a emigrar en busca de las oportunidades que el país les niega.

Desafortunadamente el esfuerzo terminó abruptamente cuando, motivados por el ansia de impunidad, se conformó una poderosa coalición, compuesta por todos aquellos que eran los principales corruptos y corruptores, que llegó a gestionar y lograr hasta el apoyo de Estados Unidos para desbaratar el esfuerzo que se había realizado. La historia es clara y precisa y no hace falta abundar más en ello, pero sí es importante que veamos el rumbo que se ha impuesto al país a partir de esa inquebrantable alianza y el significado que eso tiene en términos de perspectivas de futuro.

Somos, sin duda, un paraíso para los corruptos y por ello vienen algunas inversiones que saben operar en esas aguas. Desde aquellos españoles que compraron con soborno la operación de un puerto hasta los rusos que, con distintas modalidades, se han  convertido en operadores de una minería que no tiene ni control ni certeza porque simplemente se les ha dado carta blanca.

Eso para citar las inversiones, pero también debemos hablar de una infraestructura de pacotilla producto de la corrupción que permite hacer obras desechables, como el libramiento famoso, que sangran los recursos nacionales sin resolver problemas que afectan a los usuarios.

Renovar el esfuerzo es ahora un compromiso de quienes entendemos el significado de la corrupción y la forma en que frena el desarrollo del país para acumular beneficios en unos pocos.

Redacción La Hora

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