Alejandro Giammattei en su viaje a Washington ha repetido en cada foro en el que ha participado esta semana que Guatemala es una real democracia y que el problema de la corrupción es provocado por el narcotráfico. Foto Flick Gobierno.

Alejandro Giammattei en su viaje a Washington organizado para desahogar la cólera y frustración que le provocó el no haber sido invitado a la Cumbre por la Democracia, ha mantenido como cantaleta al hablar con los foros conservadores (y con los delegados ante la OEA) que Guatemala es una real democracia y que el problema de la corrupción es provocado por el narcotráfico, afirmaciones que son falsas como lo puede atestiguar cualquiera que conozca un ápice de la realidad guatemalteca.

Primero porque los ciudadanos aquí no podemos realmente elegir a nuestras autoridades sino que simplemente tenemos derecho a votar por candidatos que nos imponen partidos que no son democráticos en sus procesos de selección de aspirantes a los cargos de elección popular. Llamar partidos políticos a las organizaciones reconocidas legalmente es una auténtica farsa porque no se trata de entidades que se conformen con una participación ciudadana que sea valorada y tomada en cuenta en los procesos internos de las agrupaciones. Son grupos electoreros propiedad de unos cuantos vivos que se aprovechan de las enormes deficiencias de nuestra legalidad electoral para capitalizarlas a su favor, vendiendo no solo postulaciones sino su alma al diablo, sin asumir nunca un real compromiso para que el voto sea generador de un mandato, como establece la Constitución.

Por otro lado, en el tema de la corrupción, la realidad es al revés. No es el narcotráfico el que genera la corrupción, sino que es la podredumbre del sistema lo que atrae a los narcos para que operen tranquilamente en Guatemala, sabiendo que tienen el apoyo de las fuerzas de seguridad, tanto policiales como militares, que son sus verdaderos puntales y garantes.

Destacar estos hechos y rectificar las expresiones del gobernante guatemalteco, quien no puede ocultar su amargura por no haber sido invitado a la Cumbre y cuya pésima educación es algo que se reconoce ahora más allá de las fronteras de la Patria, es fundamental para que se tenga una visión exacta y completa de la realidad que vivimos y por qué se justifica la exclusión, lamentable pero necesaria, de nuestro país de un foro al que se invita para la promoción y fortalecimiento de los métodos democráticos.

Giammattei fue invitado a hablar con los grupos más radicales de enemigos del gobierno actual de Estados Unidos, conservadores y religiosos que no tuvieron ningún empacho en apoyar a un presidente que presumía de agarrar a las mujeres de sus partes íntimas sin temor a consecuencia alguna, simplemente por su poder. Ahora esos grupos no tienen empacho en recibir a Giammattei y, como con el otro, se tragan sus supuestos valores y principios para arropar a gente que carece de ellos.

Redacción La Hora

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