Sin entender el entorno político de Washington, Alejandro Giammattei se sintió glorioso porque alguna espinita le hizo ver que le había arreglado una participación en Estados Unidos, justamente en la semana de la Cumbre por la Democracia a la que no fue invitado por la corrupción existente y el manoseo de la justicia promovido por las autoridades. Y como premio de consuelo, hoy lo recibió la Fundación Heritage, grupo conservador que igualmente se mostró favorable a las acciones de Jimmy Morales para desarmar la lucha contra la corrupción, lo que confirma plenamente el hecho de que en la capital de Estados Unidos también se manifiesta la polarización que hay acá, remarcando que a los conservadores les importa muy poco el tema del mal uso de los recursos públicos y con tal de tener aliados aceptan y apañan la corrupción, sin que les importe que esa sea una de las causas más profundas del problema migratorio.
Como paradoja, el mismo día en que Giammattei podrá hacer uso del micrófono ante los grupos más conservadores, una entidad mundialmente respetada como Freedom House hace ver en su informe anual cómo el crimen organizado y la corrupción impactan seriamente en el desempeño del gobierno guatemalteco.
El caso es que Washington, como el resto de los Estados Unidos y el mundo, tiene foros y escenarios para casi cualquiera y los corruptos de Guatemala lo entendieron perfectamente cuando lograron el apoyo irrestricto de Donald Trump y su gobierno luego de que les vendieron la idea de que lo que aquí hacía la Comisión Internacional Contra la Impunidad era una persecución como la que el mismo Trump sufría a manos de un Fiscal Especial al que detestaba. Con un par de movidas estratégicas, como el traslado de la Embajada de Guatemala a Jerusalén, en Israel, siguiendo la tónica del gobierno norteamericano del momento y el trabajo para asegurar apoyo de los grupos ultraconservadores de raíz religiosa con los que tenía muy buena relación el Embajador guatemalteco de la época, la posición de Guatemala llegó a ser “inmejorable” luego de aquella vergonzosa escena en la que su Presidente observaba cómo un Ministro de Gobernación firmaba para poner al país de alfombra de la Casa Blanca.
Obviamente hay diferencias grandes entre Heritage Foundation y Freedom House, pero en este momento la más importante es que mientras una sirve a los intereses de la corrupción con todo descaro, la otra señala precisamente el efecto que ese vicio tiene en el desempeño de un gobierno que no oculta, ni por asomo, su inclinación para incrementar y sacar más provecho a la corrupción.