La diputada Shirley Rivera, ha defendido al presidente Alejandro Giammattei y ahora se encamina a la presidencia del Legislativo. Foto La Hora/Congreso/Presidencia.

En cualquier país del mundo la integración de la directiva del Congreso o Parlamento es producto de negociaciones políticas entre las distintas fuerzas que tienen representación. En Guatemala, en cambio, es producto de negociaciones económicas que se hacen con el dinero del pueblo porque los votos se van alineando de acuerdo a componendas que se hacen respecto al manejo del Presupuesto General de la Nación y por ello no es casualidad que se anticipe tanto la elección porque eso significa que cada voto se traduce en resultados que deben plasmarse en el proyecto de presupuesto que debe concretar la Comisión de Finanzas en los próximos días.

El Congreso de la República en los últimos años se ha caracterizado por la no aprobación de leyes de interés general y, al contrario, por la emisión de una que otra ley que tiene dedicatoria o que lleva beneficio para los sectores que se aglutinan para hacer posible el sistema que opera dentro de la Dictadura de la Corrupción, posible en un Estado que fue capturado minuciosamente para garantizar la más plena y absoluta impunidad a sus saqueadores.

Desde el punto de vista ciudadano lo mismo da que presida el Congreso Allan Rodríguez con su peculiar estilo que le ha hecho tan notorio ante la opinión pública o la diputada Shirley Rivera, quien se ha ganado el puesto gracias a que anda regañando a todo aquel que se atreva a hacer alguna crítica a Alejandro Giammattei. El estilo podrá ser ligeramente distinto, pero el fondo de la prepotencia y arrogancia será igual, así como el resultado de la gestión legislativa porque precisamente la elección se hace hoy con el fin de darle continuidad a la actual práctica legislativa, con la reincorporación de algunos elementos que le dan plena certeza al proyecto oficial.

Y decimos que es una elección muy cara porque el precio de cada voto, y las consecuencias que vengan, serán pagados por los indolentes ciudadanos de este país que ven, sin inmutarse, cómo se sigue avanzando por la peor ruta que pudo escogerse y cómo la total cooptación hará un daño irreparable a una sociedad que ya tiene abundantes temas para preocuparse.

Parece ser un nuevo episodio más en esta ya muy larga tragicomedia que nos ha tocado vivir y que tiene efectos tan perjudiciales para una población que sigue viendo en la oportunidad de irse a otro sitio su única esperanza y salvación, dando ya por perdido a un país que no encuentra rumbo y que cada día que pasa simplemente empeora.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorLa vacunación como esfuerzo de nación
Artículo siguienteLa erupción en isla española continúa tras cuatro semanas